La DANA del arancel

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La teoría económica explica y la experiencia de proteccionismos anteriores demuestra que la imposición arbitraria de aranceles provoca siempre un efecto boomerang. Y, es posible que Trump como pretende pueda  bajar los impuestos a los estadounidenses con los ingresos arancelarios, pero provocando al mismo tiempo una fuerte subida en la inflación por el encarecimiento de las importaciones hasta el punto de que la rebaja fiscal sea inferior al aumento de los precios. En definitiva, empobrecimiento con el añadido de un posible desabastecimiento o escasez de bienes de consumo, materias primas y productos necesarios para la industria y los servicios. Al mismo tiempo, la respuesta de los países perjudicados por los aranceles gravando con tasas similares a las importaciones de EEUU implicará también una caída de las exportaciones de las empresas norteamericanas afectando negativamente a la producción y a los resultados de esa industria que Trump quiere potenciar. No es de extrañar que una de las mayores pérdidas por los batacazos en las Bolsas se lo hayan pegado las empresas norteamericanas. Todo esto con el añadido de una  reorientación del comercio internacional de los socios tradicionales de los Estados Unidos hacia mercados alternativos. Y en este punto, la alternativa de Mercosur se impone como la más conveniente para Europa por encima de China y Asia. Las dictaduras nunca fueron buenas compañías. El Mercado Común del Sur, integrado por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay está considerado como una potencia económica, con un PIB de 4.580.000.000 000 de dólares, lo que representa el 82,3 % del PIB total de toda América del Sur y cuenta con más de 275 millones de habitantes, o lo que es lo mismo siete de cada diez sudamericanos son ciudadanos del Mercosur. En el caso de España,  las exportaciones de a Estados Unidos alcanzaron un valor de 18.179 millones de euros en el acumulado de 2024 y representan en torno a un 5% de todas nuestras ventas en el exterior y el 2,3% de nuestro PIB. El saldo comercial es deficitario para nuestro país en 10.013,5 millones de euros, que suponen un 6,9% más que un año antes, siendo los sectores más amenazados los del automóvil, agroalimentario, maquinaria y equipos electrónicos, minerales y metales En cuanto a inversiones, la llegada de capital de EEUU a España cayó a la mitad durante los nueve primeros meses de 2024, desde los 6.575 millones a los actuales 3.481 millones. Una situación que podría empeorar si se mantienen las malas relaciones entre los dos Gobiernos. Y esta es otra derivada porque Washington, que con Trump y también con Biden, ha sustituido a España por Marruecos como su principal aliado estratégico en el Mediterráneo, sólo va a gravar con un 10% a las importaciones marroquíes frente al 30% como mínimo de las españolas lo que puede provocar un efecto sustitución de los productos españoles, especialmente los agroalimentarios, por los del país norteafricano. Esas son las consecuencias de tener un gobierno con ministros comunistas, militantes declarados de un trasnochado antiamericanismo y anti OTAN, y un presidente que pretende convertirse, sin mucho éxito por cierto, en el líder mundial del antitrumpismo. Un Pedro Sánchez que, con la que está cayendo, se escapa a China, siempre buscando el abrazo de las dictaduras, sin permiso de la UE, y nos deja un decreto de supuestas ayudas a las empresas afectadas por la paranoia arancelaria. Medidas que ha pactado con Junts, humillándose una vez más ante su amo Puigdemont, que deja el 25% de los presuntos recursos sólo para las empresas catalanas mientras proclama que sus principios no están en venta. Probablemente, porque carece de ellos y si no que le pregunten a Puigdemont, Junqueras, Bildu y compañía. Y hablamos de supuestos ayudas porque de los 14.100 millones anunciados son on créditos o avales del ICO y CESCE que hay que devolver y reasignación de los fondos europeos que no llegan a la economía real, a las empresas y a los ciudadanos, como los prometidos a los damnificados por el volcán de La Palma o a los de la DANA de Valencia. Nade rebajas de impuestos, ni de eliminación o reducción de los trámites administrativos y, ni siquiera un plan de competitividad industrial. En definitiva, propaganda y demagogia. Al tiempo.