[caption id="attachment_695508" align="alignnone" width="1572"]

Foto: VATICANO[/caption]
Intentó ser una ceremonia sencilla, como el papa Francisco había pedido, pero la tradición del Vaticano en despedir a sus máximos representantes en la Tierra ha superado sus deseos. Pero sus palabras, a través de la homilía del cardenal
Giovanni Battista Re
, decano del Colegio Cardenalicio, resonaron en toda la plaza de San Pedro.
De acuerdo con los datos del propio Vaticano, más de 250.000 personas pasaron por la capilla ardiente de San Pedro durante los tres días en que su cuerpo estuvo expuesto para que los que quisieran le dieran su último adiós. Hubo muchos que no pudieron hacerlo, y que en su último paseo a la Iglesia de Santa María la Mayor se agolparon en las calles para despedirse de Francisco.
Delante del altar, el féretro de Francisco, casi a ras de suelo, como él había pedido, reposó durante toda la ceremonia. En la tarde anterior, una vez cerradas las puertas de San Pedro, se había celebrado una ceremonia íntima, en que se leyó un texto en latín donde se repasó la vida de Francisco, antes de ser papa, cuando era Jorge Mario Bergoglio, y después de ser elegido Papa. Se recodaron sus actos más destacados, sus escritos a través de sus encíclicas. Luego se procedió a cerrar el ataúd. Todo quedaba preparado para que este sábado se celebraran las exequias.
En Roma amaneció muy pronto para los fieles. El funeral comenzaba a las 10,00 de la mañana, pero muchos comenzaron antes de las 5,00 a intentar hacerse con un sitio. Al final, 200.000 personas consiguieron entrar, y compartir los actos con las más de 160 delegaciones de líderes llegados de todos los lados del planeta, además de representantes de otras Iglesias.
Las cámaras del Vaticano retransmitieron puntualmente todos los actos, palabras, oraciones y gestos de los presentes. En primera fila, se ubicó a la delegación argentina –por la nacionalidad de Bergoglio–aunque su presidente, Javier Milei llegó más tarde que el resto de las comitivas. Y junto a él, los representantes italianos, por ser los anfitriones. En total, asistieron a la ceremonia representantes de cerca de 150 países –y más de 160 delegaciones en total–, siendo ubicados en sillas frente a la catedral de San Pedro a la derecha. En primera fila se pudo ver a Donald Trump (el único de los mandatarios que no vistió de negro como pedía el protocolo, sino con un traje azul marino, igual que la corbata) y su esposa Melania, y a una silla de distancia a los Reyes de España.
A la izquierda, los cardenales, obispos y otros invitados, sobre todo religiosos. Detrás de las vallas, todos los fieles y curiosos que lograron ocupar las 200.000 plazas dispuestas para asistentes al funeral.
La ceremonia fue oficiada por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardinalicio. Por parte del clero, según el Vaticano, estaban presentes 980 cardenales, obispos y sacerdotes. Se siguieron los mismos pasos que con Juan Pablo II en 2005, y más recientemente con Benedicto XVI.
La homilía del cardenal Re se centró en recordar a Francisco, con sus ideas y afirmaciones que más han llegado a los fieles. “Innumerables son sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados. También fue constante su insistencia en actuar a favor de los pobres”. Así, recordó su primer viaje como Papa a Lampedusa –“isla símbolo del drama de la emigración con miles de personas ahogadas en el mar”–, o el que hizo a Lesbos, y la misa que celebró en la frontera entre México y Estados Unidos. Los fieles aplaudieron en reconocimiento de su labor.
“La guerra es solo muerte de personas, destrucción de casas y de escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor de como era: es para todos una derrota dolorosa y trágica”, ha recordado Re las palabras de Francisco en presencia de Trump, la ministra enviada por Rusia y los mandatarios europeos. La multitud seguía aplaudiendo.
El cardenal insistió en su homilía en destacar la personalidad del Papa. “Dio de inmediato la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia, estableciendo un contacto directo con las personas y con los pueblos [...] con especial atención hacia las personas en dificultad, en particular por los últimos de la Tierra, los marginados”. Para el cardenal Re, de 91 años de edad, Francisco se refería a “los problemas de nuestro tiempo” utilizando “el vocabulario que le era característico”. “Tenía gran espontaneidad y una manera informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia”.
“Francisco realmente compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización”, destacó Re frente a los máximos dirigentes de ese mundo globalizado al que Bergoglio acusó de olvidar a los débiles y al propio planeta. “Nadie se salva solo”, parafraseó entre aplausos.
Enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor

La ceremonia acabó entre aplausos de los asistentes al Papa Francisco. El protocolo del Vaticano continuó. El féretro volvió a la Basílica de San Pedro para luego ser trasladado a Santa María la Mayor, la basílica elegida por 'Franciscus' para que repose su cuerpo, y donde acudía asiduamente para rezar. Se alejó por última vez del Vaticano en un 'papamóvil', a un paso más ligero del que él había dejado escrito, mientras la multitud en las calles le aplaudía a su paso.
A las 13,00 horas llegaba a la Basílica de Santa María la Mayor. Allí le esperaban un grupo de pobres, trans, y homosexuales. Luego traspasó las puertas de la basílica para ser enterrado en la más estricta intimidad. El cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrel y los familiares del Papa acompañaron a Francisco en sus últimos pasos y cumplieron su deseo de ser enterrado fuera del Vaticano, sin el báculo y en un solo féretro. fue depositado en un pequeño nicho en la Capilla Paulina. Sobre su tumba, una lápida de mármol de Liguria, de donde eran sus antepasados italianos, con su nombre en latín: 'Franciscus'. Nada más, ni fechas, ni título. Y presidiendo su lápida, una reproducción de la cruz pectoral en plata que llevó durante sus doce años de pontificado.
El Vaticano ha confirmado que los fieles podrán visitar su tumba desde este mismo domingo.
Ahora comienza el trabajo de los cardenales, que deberán reunirse en cónclave para elegir quién será el nuevo Obispo de Roma.