Controlar a los controladores

06/12/2010

Susana Ramírez.

Escribí hace algunas semanas un artículo, donde defendía los derechos, desde mi punto de vista de los controladores aéreos. En ese artículo les defendí e hice imcapié en que desempeñan un trabajo nada fácil y que como personas que son, estaban en el derecho de ponerse en huelga.

Pero lo de este fin de semana me ha hecho rectificar (dicen que rectificar es de sabios). Así pues, rectifico: El comportamiento esta vez, de los contorladores aéreos, no me parace, para nada, el adecuado. Han decidido no hacer su trabajo, precisamente, cuando miles de personas se disponían a viajar. Han jugado, o mejor dicho: se la han jugado a personas ilusionadas con unos días de vacaciones, o a gente que sin más, viajaban por un motivo u otro.

Y como siempre, pagamos nosotros. La gente de a pié, trabajadora y que utiliza el avión para pasar unos días cerca de familiares y amigos o simplemente para viajar a una ciudad diferente que nos haga desconectar de todo. Pagamos nosotros, mientras ellos, algunos controladores, acuden a sus puestos de trabajo para sentarse y no hacer nada (les falta reirse sarcasticamente en nuestras caras, aunque en realidad ya lo hacen). Algunos se han dado de baja por enfermedad, sí, habrá un virus en las torres de control y están todos malitos. Tal vez sea eso. Yo creo que les ha picado el bicho de la inconformidad, y que han probado de nuevo suerte ¿si cuela, cuela, no?. Pues no señores, parece que no va a colar esta vez.

Y aeropuertos como Barajas (en Madrid) o el Prat (en Barcelona), estaban atestados de gente que buscaba respuestas, que preguntaban por su vuelo. De gente que esperaba sentada en el suelo una respuesta, o a su avión. Gente con niños. Gente mayor. Gente con la ilusión de un viaje que llevan organizando desde hace varias semanas. Eso han sido los aeropuertos: gente y maletas y dudas e indignación.

¿Qué pretenden conseguir dejando a miles de personas en la estacada?. Tal vez que les odien.

Hoy las redes sociales de Twitter, Facebook, entre otras, estaban repletas de chistes malos acerca de los controladores, y de quejas y de odio hacía ellos. No me extraña.

Y me indigno, porque yo les defendía. Podía entenderles, pero ahora, no les comprendo. No puedo perdonar los problemas que han ocasionado a miles de personas. Y me pregunto qué clase de persona se debe ser, para acogerse a una falsa enfermedad para no acudir a trabajar. Qué clase de persona se debe ser, qué educación tienen que tener, para aún sabiendo que dejaban sin viajar a tantas personas ilusionadas, hayan seguido en sus trece. Me pregunto eso, ¿qué tipo de personas son? ¿qué clase de sentimientos interiores tienen?.

No sé, será que yo soy extrañamente rara y que me lo pensaría muy mucho, no acudir a mi puesto de trabajo de esta manera, y arruinar las vacaciones de tantas personas. Será que yo soy demásiado responsable, o demásiado ilusa. No lo sé.

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