No es el nombre de un banco, ni de una aseguradora… son las siglas elegidas por British Airways e Iberia para denominar el grupo aéreo que acaban de crear y que empezará a funcionar el próximo 24 de enero. International Airlines Group, ese es el nombre. Tenemos que acostumbrarnos porque en esta operación se ponen de manifiesto multitud de cosas impensables hace tan sólo una década.
Iberia y British, British e Iberia han sido compañías «bandera» en sus respectivos países. Pero la globalización está provocando que con el tiempo nada tenga patria, excepto donde se pagan los impuestos y se tiene la sede. No obstante, pese al grupo creado, las marcas se conservarán. Otra cosa es que la cuenta de resultados sea conjunta, y que el poder se lo repartan entre los que ahora dirigen, por separado, cada compañía.
Tras cinco años de intentos, muchas reuniones frustradas, y un último año para cardiacos, por fin el proyecto de fusión, siguiendo los pasos de otros gigantes de la aviación, como Air France, KLM, Lufthansa, Delta… se la sellado con todos los vistos buenos necesarios, desde que se pusieron de acuerdo las dos direcciones hasta llegar a los representantes de los trabajadores, a los fondos de inversión, los inversores,y pasando por Bruselas que no encontró ninguna objeción sobre posibles posiciones de dominio.
Antonio Vázquez, presidente de Iberia y futuro consejero delegado de AIG, -curtido en fusiones, porque fue uno de los principales artífices de la de Tabacalera con Altadis en otro sector muy diferente como el de las tabaqueras-, heredó este proyecto de Fernando Conte. Y desde su llegada a Iberia, hace ahora un año y medio, el proceso se aceleró y no ha parado en su objetivo hasta alcanzar la fusión. El presidente será el británico Willie Walsh, pero él como consejero delegado será parte muy activa en la toma de decisiones. Además, el grupo tendrá su sede en Madrid, un logro significativo si se tiene en cuenta lo que son los ingleses con sus cosas y su defensa a ultranza de su soberanía.
Pero según han asegurado, IAG nace para crecer. Incluso ya tienen echado el ojo a otras posibles compañías que podrían formar parte del grupo en un futuro no muy lejano. No han querido dar nombres, pero los rumores apuntan a alguna india, Spanair, la australiana Quantas, algunas estadounidenses… Todas valen para crecer. Las sucesivas crisis ya se han llevado a algunas grandes compañáis. ¿Quién recuerda a la TWA? Ahora el que quiera ser alguien en el mundo del transporte aéreo deberá formar parte de un gran grupo para poder sobrevivir. Cuantas más compañías se integren más posibilidades habrá y más beneficios se obtendrán, además de que el negocio ya no está en los trayectos cortos ni medios.
Las low cost han cambiado las estrategidas de las grandes compañías. En plena expansión económica no les quedó otro remedio que competir hasta con las low cost, que habían logrado a base de márgenes ajustados «hincar el diente» en este negocio. Pero con la crisis y visto que competir con bajos precios no resulta tan rentable en un sector que necesita de grandes desembolsos para poder funcionar (renovación de flota, tasas, queroseno…) IAG tiene claro que la rentabilidad está en el largo recorrido. Ahí sólo los mejores pueden competir. Y ahí se encuentra la apuesta del tercer grupo europeo y sexto del mundo. Las rutas que tienen las dos compañías prácticamente cubren todo el mundo. Su objetivo es abarcar aún mucho más.
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