“Mujer: persona del sexo femenino” Real Academia de la Lengua Española
Jugueteemos con una pizca de personalidad arrebatadora por aquí, añadamos un poco de protagonismo innato por allá, para rematar aderezando con una verborrea galáctica: el país entero se bloquea por un debate estéril que no es prioritario ni necesario.
¿Cómo cortina de humo para despistar a la turba sobre la dolorosa situación y las severas reformas? Puede ser. ¿Utilizando declaraciones ambiguas para justificar ante la plebe la modificación de una Ley polémica? Posiblemente. ¿Blandiendo criterios morales -y hasta filosóficos- para evitar los jurídicos a la hora de legislar sin fundamento frente al vulgo? Es un hecho. El mago de la oratoria –cum laude en brillantez dialéctica- conoce como nadie los efectos hipnóticos del arte de emplear la cita oportuna en el contexto apropiado. El que domina desde la cuna cómo expresar una idea, voltearla a su antojo, capitalizar una conversación, manipular una argumentación o adueñarse de un crudo debate sin inmutarse, no yerra porque sí. El que lleva en los genes un animal político no se mete en jardines embarrados si no existe una intención oculta. Desconozco -aunque se intuye- el propósito final de esta pericia, pero podría afirmar sin miedo a la equivocación que ni el propio ministro de Justicia se cree lo que proclama con inteligencia y picardía desde su púlpito parlamentario. El que atesora décadas de experiencia en la creación -y hasta recreación- de controversia cuida tanto o más las réplicas que el mensaje original. El que domina la invención de titulares no sirve en bandeja una previsible revolución de la opinión pública a no ser que tal revuelta sea pretensión desde el inicio. El que osa pregonar sobre la condición de una mujer-mujer -blanco fácil para demagogos- conoce al dedillo los presumibles argumentos de detractores, críticos u oportunistas, razonamientos tales como: ¿La libertad de ser padre le hace a usted más hombre señor ministro? ¿Una paternidad numerosa es lo que otorga el título de auténtico varón? ¿El tamaño de la prole le hace merecedor de una masculinidad ilustre? ¿El número de vástagos concebidos es directamente proporcional a la hombría?
Es patente para alguien que acapara una excepcional capacidad de análisis y reflexión, que en pleno siglo XXI, la identificación de maternidad con mujer auténtica va a desperezar a la guerrilla feminista, soliviantará a la progresía confesa, e incluso, escocerá a féminas de diversa condición. Esgrimirán razonadamente una humillación manifiesta para las que fisiológicamente carecen de la capacidad de procrear -¿las señoras que recurren a técnicas de fertilización qué calificación merecen según este particular ranking?-, menosprecio hacia las que decidieron no tener hijos por propia voluntad y ofensa para muchas féminas contemporáneas si desde un gobierno democrático parece priorizarse por encima de todo su labor reproductiva.
Un ministro auténtico es el que representa dignamente a sus ciudadanos, un hombre auténtico es aquel que respeta a la mujer y sus decisiones -queriéndola, cuidándola, mimándola, haciéndola feliz-. La libertad auténtica impulsa la capacidad de elección de cada cual.
Docto en la noble habilidad de seducir con el lenguaje, conocedor cualificado del impacto de cada una de sus palabras antes siquiera de pronunciarlas ¿qué está maquinando el ministro Gallardón? Expectantes quedamos ante el próximo paso…
Twitter: @CarmelaDf
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