Esta es la síntesis de lo que ocurre en la actualidad en el conjunto de los países de América Latina, según Enrique Iglesias, secretario general de Iberoamérica, quien destaca que aunque a todos los países del área les va bien en estos momentos -“nadie habla de crisis”- hay dos zonas muy diferenciadas: de Panamá para arriba, incluido ese país, y de Panamá para abajo.
Los primeros dependen mucho de cómo le van las cosas a Estados Unidos y Canadá mientras que los segundos basan su crecimiento en la evolución económica del mundo asiático. En los momentos actuales, con unos Estados Unidos que reducen su crecimiento, la parte norte tiene menores ritmos de recuperación mientras que los países del sur crecen más deprisa gracias al tirón de Asia.
Para Iglesias, que ha sido protagonista de la evolución latinoamericana desde hace más de 40 años, la situación actual del área es muy positiva y constituye uno de los pocos espacios que contribuyen a la salida de la crisis y no la protagonizan. Pero la situación no está exenta de problemas porque la apreciación de los tipos de cambio de las monedas del área y la llegada masiva de dinero exterior puede desequilibrar el crecimiento ordenado que está teniendo lugar actual y generar burbujas peligrosas.
La economía latinoamericana ha cambiado radicalmente en los las últimas décadas. La inflación ya no es un problema en la región; la deuda externa se ha reducido drásticamente e incluso algunos países como Brasil o Chile tiene superávit exterior; las reservas de divisas se aproximan a los 600.000 millones de dólares; se ha conseguido introducir la independencia de los bancos centrales; establecido la libertad del tipo de cambio de las monedas y una profunda apertura al exterior. Además, según Iglesias se ha constituido un sistema financiero sólido basado en la banca tradicional, con un equilibrio entre depósitos y créditos, sin recurrir a operaciones heterodoxas.
Todo ello ha sido ayudado de manera destacada por la subida de los precios de las materias primas, de las que el continente cuenta con abundantes reservas, debido sobre todo a la fuerte demanda procedente del continente asiático que se nutre de los países americanos.
Para Iglesias todos estos cambios han permitido el surgimiento de unas numerosas clases medias en América Latina, dos tercios de la población se englobarían en este concepto, que demandan productos y servicios crecientes que las empresas españolas tendrían que empezar a proporcionar en solitario o en colaboración con los nuevos empresarios que han surgido en aquellos países.
Para el secretario general de las cumbres iberoamericanas una de las cuestiones más importantes que se han producido en los últimos años en los países del área es precisamente las nuevas empresas que se están consolidando. El dato más destacado es que el 10% del total de las inversiones en el área proceden no de países situados fuera de ella sino precisamente de empresas ‘multilatinas’ que se están forjando en la actualidad.
Las oportunidades para las empresas españolas son elevadas, según Iglesias. Peo ya no se trata sólo de seguir invirtiendo directamente allí, como se hizo en años anteriores. Deberían dar un paso más y empezar a satisfacer las demandas de bienes de consumo y de servicios que la población emergente empieza a demandar. El comercio de mercancías de España con la zona es muy escaso. En segundo lugar las empresas dedicadas a la construcción de infraestructuras (energéticas, transportes y telecomunicaciones) tienen un mercado creciente en el área. Además, el mundo asiático debería ser un objetivo común para España y América Latina porque esta no puede seguir vendiendo solo materias primas allí. Finalmente, Enrique Iglesias considera que ha llegado el momento de que las pymes españolas dediquen parte de sus esfuerzos a América Latina.
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