Una docena de cajas rurales negocia su fichaje por el grupo de Cajamar y Ruralcaja

18/01/2012

Miguel Ángel Valero. El primer paso lo darán las castellonenses de Vila-real y de Valld’Uixo integrándose en Cajas Rurales del Mediterráneo, que se ha fusionado con el Sistema Institucional de Protección impulsado por la almeriense.

Cajas Rurales Unidas acaba de nacer, fruto de la integración del Grupo Cooperativo Cajamar y de Cajas Rurales del Mediterráneo (CRM), y ya tiene pretendientes. Al menos una docena de entidades que todavía permanecen en el Grupo Caja Rural han mostrado su interés en sumarse a la operación, que fue aprobada el martes por unanimidad en las asambleas generales de las dos instituciones que controlan el nuevo grupo, la almeriense Cajamar y la valenciana Ruralcaja. El primer paso lo van a dar las cajas rurales de Castellón, Vila-real y Valld’Uixo, mediante su integración en CRM, que pasará así a tener 17 de la Comunidad Valenciana. Esas incorporaciones refuerzan la posición de CRM en Cajas Rurales Unidas, que será una realidad operativa a partir de mayo.

Ruralcaja está negociando con una decena de cooperativas de crédito valencianas su incorporación a CRM. Y entidades de esta comunidad autónoma a las que no les terminaba de gustar esa operación prefieren integrarse en el Sistema Institucional de Protección (SIP) de Cajamar, el primero en ser aprobado por el Banco de España. Es el caso de las rurales de Alcora, Betxçi, l’Alcudia y Algemesí.Varias rurales de Castellón, que participaron en el fracasado proyecto de Solventia (una fusión virtual de las locales y comarcales), quieren seguir los pasos de la Rural de Castellón, que se incorporó al grupo de Cajamar.Incluso se especula con que rurales de la Comunidad Valenciana interesadas en sumarse al grupo de Cajamar han sido derivadas, tras el acuerdo de fusión, hacia CRM.

En cualquier caso, el nuevo grupo tiene las puertas abiertas de par en par al resto de las cajas rurales. Y lo hace desde la misma denominación: Cajas Rurales Unidas. El director general de Ruralcaja y de CRM y consejero delegado de Cajas Rurales Unidas, Juan Antonio Gisbert, insiste en que la entidad resultante “no es un fin en sí misma, no nace con la vocación de ser un punto de llegada, sino de partida para alcanzar una entidad de mayor dimensión y más eficiente”. “La fusión permite construir un modelo abierto que se ofrece al resto de las cajas rurales españolas que compartan la misma filosofía”, subraya.

El presidente de Cajamar, Antonio Pérez Lao, que no lo será de Cajas Rurales Unidas (el cargo lo ocupará el vicepresidente y consejero delegado de la entidad almeriense, Juan de la Cruz Cárdenas Rodríguez), lo dice de otra manera, pero el mensaje es el mismo: la necesidad de profundizar en el proceso de unidad del sector de las cajas rurales españolas y de defensa del sistema de crédito cooperativo, ya que lareestructuración del sistema financiero exige tamaño. “No queremos el mal de nadie, sino un futuro de crecimiento y progreso para el crédito cooperativo en el que creemos, y si es posible ayudar a todos, ayudarnos todos y que nadie se pierda en el camino”, argumenta.

De momento. Cajas Rurales Unidas nace con 22 entidades, las 15 aportadas por CRM (Ruralcaja, Torrent, CreditValencià, Altea, Burriana, Callosa d’en Sarriá, Bules, Alqueries, Cheste, Alginet, Vilavella, Almenara, Xilxes, Vilafamés y Villar del Arzobispo) y las del Grupo Cooperativo Cajamar (la entidadalmeriense, las levantinas Casinos, Albalat, Petrer, Turís y Castellón, y la Caja Rural de Canarias, ya que Cajamar absorbió a la Rural de Baleares).

La fusión crea un líder indiscutible en el sector de las cajas rurales, con un volumen de activos superior a los 40.000 millones de euros, lo que supone cerca del 40% del total. Y se plantea en el escenario de reestructuración del sistema financiero español, y de las cajas rurales en particular, en el tanto Cajamar como Ruralcaja llevan asumiendo un papel protagonista en los últimos años.

La barrera informática

Tanto Ruralcaja como las entidades que integran CRM terminarán abandonando el Grupo Caja Rural, del que Cajamar fue expulsado cuando inició su expansión nacional. Y las cajas que se sumen al nuevo grupo tendrán que hacer lo mismo. El problema es que hay una barrera informática. La Asociación Española de Cajas Rurales creó en 1986 Rural Servicios Informáticos (RSI), para afrontar conjuntamente las inversiones tecnológicas. Cuando Cajamar dejó el grupo, y optó por desarrollar un sistema informático propio, el coste de RSI se repartió entre el resto de socios.

En Cajas Rurales Unidas se implantará el sistema informático de Cajamar, por lo que el Grupo Caja Rural tiene el problema de que, al ser menos socios, el coste por entidad se va a incrementar sustancialmente. Las entidades de CRM y del Grupo Cooperativo Cajamar quieren abandonar RSI sin penalizaciones. Pero las que quedan en el Grupo Caja Rural se niegan a que las fugas salgan gratis, ya que los costes informáticos, en forma de cuota a pagar en RSI, se dispararían, sobre todo para las entidades más pequeñas. Precisamente ese mayor coste de los servicios informáticos puede hacer que algunas entidades del Grupo Caja Rural busquen acomodo en Cajas Rurales Unidas.

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