No hay marcha atrás, llegaron los aranceles

09/04/2025

Maite Vázquez del Río.

En la mesa del Despacho Oval de la Casa Blanca parece estarse jugando una partida de póker o mus. No hay jugadas tácticas ni movimientos basados en ninguna teoría económica. El presidente de Estados Unidos, parecía, lanzar faroles u órdagos a todos los países del mundo, menos a un pequeño puñado de ‘socios’ adheridos desde el 20 de enero. Pero no había órdago ni farol. Trump lanzó su apuesta y la ha ejecutado este 9 de abril, mientras presume que hay una lista de más de 70 países que han llamado a su puerta para negociar, o lo que es lo mismo, rendirse a sus peticiones.

Esto no es una guerra comercial al uso, ni aparece en ningún manual económico. Es una apuesta sin precedentes, una excusa para pasar factura a todos los «favores» que Estados Unidos ha hecho al mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Eso es lo que da a entender el todopoderoso Donald Trump desde su mesa del Despacho Oval. Sus facturas han llegado en forma de arancel, en porcentajes que parecen inventados al azar, aunque basados en una fórmula simple: el déficit comercial que Estados Unidos tiene país por país, o por bloque económico.

Todas las bravuconadas de Trump ya están teniendo efectos. El mundo económico siempre se resiente del más mínimo cambio, y los cambios que está introduciendo Trump en una carrera donde utiliza todo tipo de dopaje para ganar, ha puesto en primer lugar a los mercados bursátiles, a los inversores, en desbandada. Si hay algo que afecta al dinero es el miedo y la incertidumbre, y en poco más de dos meses, Trump ha traído el pánico. Empezando por su propio país, donde más del 60% de los estadounidenses tienen sus ahorros invertidos, incluidos los destinados a su pensión presente o futura.

Dado que Trump se ha rodeado de los principales oligarcas del país más avanzado, no se entiende el modo elegido para hacer «América grande». Más aún cuando siempre lo ha sido, o al menos, aún mantiene esa primera posición como potencia económica mundial. No se entiende cómo va a conseguirlo empobreciendo a sus ciudadanos, poniendo en peligro sus ahorros, haciendo caer el valor de sus empresas, cortando la inversión a lo que ha hecho grande a su país, como son los avances tecnológicos.

No se entiende cómo va a recuperar todas estas pérdidas, ni lo que ingrese por esos aranceles van a servir para compensar los daños que está causando. Hasta algunos oligarcas han empezado a entrar en pánico, y han empezado a pedirle que pare, incluido el hombre más rico del mundo, Elon Musk, al que está alejando de su Despacho Oval porque no permite que nadie le pare.

Recesión, crisis económica, desempleo… esas parecen las consecuencias de la nueva teoría económica que Trump está poniendo en práctica. Y un cambio en el tablero mundial en las relaciones comerciales. Todos los países están buscando nuevos socios con los que exportar e importar, sin aranceles impuestos al tun tun, y más fiables. Hasta China, la segunda potencia mundial, parece ahora -pese a su economía más oscurantista y reglas de juego diferentes- una ruta más segura para negociar.

Con estas consecuencias no se entiende lo que hay en la cabeza de Trump, que en vez de ser el hombre más temido del planeta, parece ser el más odiado. Esperemos que más pronto que tarde se sepa el por qué de esta guerra y desorden.

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