La deriva autoritaria

03/04/2025

José María Triper.

Rivalizando con sus compañeras de gabinete y desgobierno, Yolanda Díaz y Pilar Alegría, la astracanada del mes la protagonizo la pluriempleada vicepresidenta primera, María Jesús Montero, cuando en un arranque de delirio calificó de “vergüenza” que “la presunción de inocencia está por delante del testimonio de mujeres jóvenes” sin que todavía haya sido cesada de forma fulminante,

Sin entrar en la sentencia y en las circunstancias del llamado “caso Alves”, estas manifestaciones suponen un atentado contra la democracia, la seguridad jurídica y la independencia judicial, porque la presunción de inocencia es un elemento esencial del Estado de Derecho, una garantía constitucional y prevalece siempre y en cualquier circunstancia sobre los testimonios sin pruebas de mujeres y de hombres sea cual sea su creencia, raza o condición social.

Y los más grave del asunto es que estas palabras de la todavía vicepresidenta, como las de la portavoz Pilar Alegría cuando dijo que presentar los presupuestos al Congreso es una pérdida de tiempo, más que una demostración de su diarrea verbal incontrolada, que también, parecen ser una traición del subconsciente reflejo de una mentalidad totalitaria, autocrática y antidemocrática.

Y no son las únicas ni las más importantes en el Ejecutivo. El propio Pedro Sánchez, no tuvo reparos ni pudor en pavonearse de gobernar al margen del Parlamento.  “Vamos a avanzar con determinación con o sin apoyo de la oposición, con o sin un concurso de un poder legislativo que necesariamente tiene que ser más constructivo y menos restrictivo” afirmó el todavía presidente del gobierno en una clara manifestación de desprecio a la institución parlamentaria y a la división de poderes.

Y también el hoy ministro Óscar López cuando afirmaba que “la democracia tiene viejos enemigos, que son los mismos de siempre, pero que tienen nuevas herramientas», en alusión a los jueces y a los medios de comunicación independientes. Aunque cuando hablaba de enemigos de la democracia, más bien debería estar pensando en su propio partido, el sanchista que no socialista, porque el PSOE ha sido la primera víctima de Pedro Sánchez y hoy apunta más a especie en vías de extinción.

El mismo Sánchez que ha hecho de la desunión y el enfrentamiento eje de su estrategia para mantenerse en el poder y que ahora abre un nuevo frente de polarización con el decreto para endurecer los criterios de creación de nuevas universidades privadas. Un nuevo mandamiento intervencionista que ahonda en el desprecio a la Constitución y en la ofensiva de este gobierno contra la iniciativa privada, la libertad de empresa, la libre competencia y la economía de mercado que consagra nuestra Carta Magna. Y otra cortina de humo para tapar los problemas judiciales que afectan a su mujer, a su hermanísimo, a su partido, a su ex mano derecha, José Luis Ábalos, y a su Fiscal General del Estado.

“No podemos permitir que alguien se compre el título y la formación compitiendo con el hijo del trabajador que tiene que tener una beca para poder estudiar”, afirmaba con su acostumbrada diarrea verbal la vicepresidenta María Jesús Montero, mientras calificaba de “pijos” y desacreditando a miles de profesionales, entre ellos compañeros del PSOE y en el Consejo de Ministros, y a su jefe Pedro Sánchez. Insolencia refrendada después por los aplausos enfervorizados del auditorio lanar del sanchismo populista.

Palabras, las de la vicepresidenta que avalaba un día después el  presidente del gobierno, proclamando que «la universidad no puede ser una fábrica de títulos sin garantías. ¿Lo dice por propia experiencia?  Recordar que Pedro Sánchez es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por el Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial, un centro privado adscrito al CEU, y doctor en Economía y Empresa por la Universidad Camilo José Cela, otra universidad privada, donde leyó una tesis denunciada por plagio.

El mismo Sánchez cuando calificaba también de “chiringuitos educativos” a esas universidades privadas obviando que para chiringuito el que montó la Universidad Complutense para su mujer, Begoña Gómez, ahora investigada en los tribunales por presunto tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

Nos estamos jugando la democracia y la sociedad anestesiada.

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