La amenaza del sur

26/02/2025

José María Triper.

Resulta cuando menos paradójico que mientras Pedro Sánchez promete mil millones de euros a Ucrania durante diez años, además de armamento, aquí se niegue a aumentar el gasto en defensa como nos exigen la OTAN y nuestros socios europeos.

Y no estamos en contra de la ayuda a Ucrania, todo lo contrario la apoyamos, lo que ocurre es que, por un lado, mal Zelenski y los ucranianos en fiarse de la palabra de Pedro Sánchez, el tahúr de los cambios de opinión. Y, por otro, que como venimos repitiendo España en la era Sánchez se ha convertido en un país irrelevante en la política internacional y Estados Unidos nos ha sustituido por Marruecos como su aliado estratégico y preferente en el Mediterráneo.

Un Marruecos cuyo rearme en los últimos años avanza a un ritmo cada vez mayor respaldado por Estados Unidos y por Israel y que afecta indirectamente a España y a las reivindicaciones alauitas sobre Ceuta, Melilla y Canarias, con el añadido de que nuestro gobierno tiene prácticamente rotas las relaciones con Argentina e Israel los otros dos grandes aliados de Trump.

Recordemos que Marruecos restableció relaciones con Israel como parte de los Acuerdos de Abraham a finales de 2020, con la mediación de Estados Unidos y desde entonces, los gobiernos de Rabat y Tel Aviv han formalizado una alianza militar que incluye la cooperación en inteligencia, adquisiciones de seguridad, capacitación y un incremento de los vínculos entre las industrias militares de ambos países que han programado ya una base militar conjunta a sólo 40 kilómetros de Melilla y la empresa israelí Blue Bird ha anunciado que va a abrir un centro de producción de sus sistemas aéreos no tripulados en el reino alauita.

Proyecto que se añade al ya iniciado plan de rearme emprendido por Rabat por valor de 22.000 millones de dólares con apoyo de Estados Unidos y Arabia Saudí que le ha permitido reforzar su capacidad aérea y antiaérea, en unos momentos en los que Marruecos ha consolidado su posición de liderazgo en la región del norte de África a nivel diplomático y militar, tras la decisión del presidente norteamericano Donald Trump en su anterior mandato de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, que Joe Biden no revirtió, y que ha propiciado ya que una quincena de países africanos hayan abierto ya consulado en la localidad saharaui de Dajla.

El espaldarazo estadounidense permitió también a Rabat exigir a la Unión Europea un cambio de postura a favor de Marruecos en el contencioso del Sáhara Occidental, territorio que la ONU considera como una colonia española. De ahí que España sea el país que más se ve afectado por los pasos de su vecino del sur. Sobre todo, porque la España de Pedro Sánchez, por sus socios de Gobierno y sus alianzas parlamentarias, ha dejado de ser un aliado fiable y valioso para Washington, como reconocía el que fuera presidente de la Comisión de Exteriores del Senado norteamericano, Robert Menéndez cuando expresaba su profunda preocupación «porque España haya tomado puntos de vista que están fuera de la democracia y las provisiones de derechos humanos que esperamos de un aliado de la OTAN».

Pero sobre Marruecos, Pedro Sánchez es como los tres monos sabios, ni ve, ni oye y mucho menos habla. Todavía seguimos sin saber por qué se plegó a reconocer la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, de forma unilateral. Tampoco se ha sabido por qué concedió un crédito de 250 millones de euros para construir la mayor planta desaladora de agua con última tecnología en Marruecos que construyen empresas vinculadas al primer ministro marroquí, por qué financia con 1.000 millones de euros las infraestructuras de Marruecos para el Mundial de fútbol 2030, o por qué desmanteló la unidad de élite de la lucha contra el narcotráfico en la costa gaditana. O su falta de firmeza en defender la españolidad de Ceuta y Melilla. Y ni siquiera pide explicaciones a Rabat cuando realiza las maniobras militares cerca de las costas de Canarias.

Y mientras tanto, Marruecos sigue sin abrir las aduanas de Ceuta y Melilla, promueve través de una ONG una campaña en la ONU para pedir la descolonización de las dos ciudades españolas y el archipiélago canario y sigue sin frenar las oleadas de inmigrantes hacia España. Como se preguntan desde ámbitos políticos y diplomáticos ¿qué sabe el Rey alauí de Sánchez y Begoña tras el espionaje de Pegasus a su teléfono móvil?

Y para colmo de despropósitos, ahora el inquilino de La Moncloa con permiso del delincuente Puigdemont se promociona como el abanderado del antitrumpismo internacional en defensa de intereses que tampoco explica, pero que, claro está, ni sirven ni obedecen al interés estratégico, geopolítico, económica y social de España.

¿Te ha parecido interesante?

(+3 puntos, 3 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.