La incapacidad del PP de gestionar las catástrofes

14/11/2024

Josep M. Orta.

Todas las encuestas coinciden que el PP está ganando adeptos con su política de disparar contra todo lo que se mueve, secundando la manera de hacer política de Donald Trump y copiando no pocas de sus ideas del “aquí vale todo”.
Y cuando todos los vientos soplaban a su favor, se encuentran con la nefasta gestión que han realizado en la catástrofe que ha provocado la DANA en Valencia. Tal es el grado de incompetencia que hasta el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, invitó a Pedro Sánchez que asumiera la dirección del operativo declarando el estado de alarma. Claro que si lo hubiera hecho, las críticas a la falta de respeto al gobierno valenciano se oirían desde la luna.
Para evitar asumir responsabilidades sobre la gestión del gobierno de la Generalitat valenciana ha tratado de desviar la atención tanto de lo sucedido en las horas previas a la riada como las medidas a adoptar una vez ocurrida la desgracia. Una desorganizada oleada de solidaridad protagonizada por innumerables voluntarios suplió durante muchos días la incapacidad autonómica de auxiliar a los damnificados. Perdían el tiempo con mentiras y descalificaciones… En fin, los hechos son demasiado recientes para extenderse en ellos.
Pero si escarba un poco en las hemerotecas, los populares han demostrado su incapacidad para gestionar las grandes catástrofes que han ocurrido en el país los últimos años (incendios aparte). Cabe recordar el accidente de Metrovalencia en el año 2006 donde murieron 43 personas y que inicialmente los responsables valencianos centraron toda la culpa al fallecido maquinista. Pasaron años hasta que se reabrió judicialmente la causa cuando gobernaba la izquierda en la Generalitat y se condenó a cuatro directivos del metro por la falta de medidas de seguridad y la falta de mantenimiento. Antes, varios juzgados habían concluido que el único responsable era el maquinista, clavo ardiendo a la que se sumaron airadamente los dirigentes del PP de la época con no pocos desprecios a los familiares de las víctimas.
Si nos remontamos al año 2002, cuando presidía el gobierno José María Aznar y Mariano Rajoy era ministro de la Presidencia, se produjo el hundimiento del Prestige, contaminando toda la costa gallega con el chapapote. El ministro valoró que la fuga de este derivado del petróleo fue valorado como “unos hilillos que salen del buque y se solidifican”. Miles de voluntarios acudieron a limpiar las playas gallegas, lo que fue aprovechado por un conselleiro de la Xunta para venderles materiales de limpieza De aquella solidaridad nació el movimiento “nunca mais”.
Sigamos. En el 2003, 75 personas -entre ellas 62 soldados que regresaban de una misión en el Afganistan- murieron al estrellarse el avión Yak42 cerca del aeropuerto turco de Trebisonda. Afloraron las irregularidades en la contratación del vuelo, pero sobre todo, lo que indignó fue la repatriación de los cadáveres, comprobando que al menos en 30 casos se habían producido errores de identificación y dejando esparcidos por el suelo turco algunos restos de las víctimas. Todo por la prisa del ministro Federico Trillo para solventar lo antes posible el accidente. El juez Fernando Grande Marlaska archiva la causa sobre las posibles irregularidades en la contratación del avión así como loas irregularidades en la identificación de las víctimas mientras que la jueza Teresa Palaus no admite la demanda de los familiares de las víctimas alegando que los hechos se produjeron fuera de España.
En el 2003, el 11 de mayo, 192 personas fallecieron por los ataques en los trenes de cercanías de Madrid por integristas islámicos. Los diez explosivos que explosionaron en cuatro trenes se produjeron tres días antes de las elecciones generales y los medios de comunicación recibieron todo tipo de presiones para que asumieran la teoría de que el atentado había sido obra de ETA cuando todas las pruebas indicaban lo contrario.
Cabe recordar el atentado yihadista de Barcelona cuando el 17 de agosto un coche a gran velocidad bajó por el centro de las Ramblas atropellando a quien se le ponía delante. Hubo 16 fallecidos y numerosos heridos. Las sospechas que hubo una cierta negligencia policial para evitar este atentado aún persisten, sobre todo por las relaciones de uno de los cerebros del atentado, el imán de Ripoll, que había sido confidente de la policía. Cabe recordar que esta tragedia se producía en vísperas del referéndum independentista del 1 de octubre del 2017 y los interrogantes sobre este atentado no sólo siguen sin resolverse, sino que no hay ningún interés en aclararlo.
Finalmente, no se puede olvidar la gestión que hizo la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso de la desatención que recibieron los internos en las residencias madrileñas durante la pandemia del coronavirus y que los tribunales también archivaron las diferentes denuncias que habían presentado los familiares.
Como decía Pablo Castellanos “yo sí me acuerdo”

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