Hay álbumes que comenzaron a construirse con malos cimientos. Si se salvaron a última hora fue, en muchos casos, por la argamasa de un buen productor y, en otros, por haberse construido en etapas de poca exigencia en cuanto a solidez y calidad. Uno de ellos es “The Wall”, el álbum que hizo millonarios a los miembros de Pink Floyd, pero que les condujo a que quedaran derrumbados su estructura y su prestigio.
Un prestigio que venía de los años sesenta cuando contaban con el aporte mágico de Syd Barrett y su atractiva psicodelia. Es verdad que a finales de los setenta sufrieron la pérdida de gran parte de sus ganancias por un manager sin escrúpulos y un gobierno británico que llegaba a quedarse con el ochenta y tres por ciento de las ganancias de sectores artísticos, intérpretes y grupos de rock.
Un caudillo para Pink Floyd
Al encontrase con que se les había esfumado el dinero ganado, Roger Waters, bajista, cantante y jefe de la banda desde la ausencia de Barrett, se autoproclamó caudillo pinkfloidiano y comenzó a pergeñar un álbum doble que le sirviera para sacar fuera sus demonios y traumas interiores, sin olvidar que debería contener canciones con gancho que vendieran lo suficiente para rehacer su maltrecha economía y si podía ser, la de sus compañeros del grupo.
Todo ello trajo malos mimbres: egolatría, urgencia económica, discordia en la banda y un ambiente hostil en la grabación. Con esos mimbres era difícil conseguir una inspiración artística, salvo que fueras un genio de la composición. Waters no lo es. Menos mal que los otros miembros protestaron algo y consiguieron meter alguna canción, quizás las más salvables, como son “Comfortably Numb” y “Run Like Hell” de David Guilmour. Y también ayudó a salvar los muebles, la labor de Bob Ezrin, factótum de álbumes como “Berlin” de Lou Reed, y otros de Peter Gabriel y Alice Cooper.
Auténticos ladrillazos
Como hemos dicho, Roger Waters buscaba canciones con pegada comercial. Se necesitaba vender y lo consiguió con “Another Brick In The Wall” y sus ritmos y estribillo, inanes, marciales, oportunistas y comerciales. Al darse cuenta metió en el álbum el mismo ritmo y estribillo en distintas partes del álbum, que encima es doble, llamándolas “Another Brick In The Wall” partes I; II y III y metiéndolos como enganches de otras canciones.
Jugada perfecta para lo que se quería. Lo principal, la venta de treinta millones de ejemplares y un single, ¿Cuál? sí, sí, acertasteis “Another Brick In The Wall” que estuvo primero en la lista de ventas en Inglaterra más de cinco semanas seguidas entre noviembre y diciembre de 1979. Lo mismo pasó en Noruega, EEUU, Francia, Suecia y Suiza. Fue el primer single que publicaba Pink Floyd desde “See Emily Play” de 1967. El grupo estaba en contra de los discos sencillos porque les gustaban las obras conceptuales. Pero “The Wall” les superó y acabó con su prestigio.
Sello: Emi. Precio: 9, cd; 18, vinilo. Discografía: “The Piper At The Gates Of Dawn”, “A Saucerful of Secrets”, “Mother Atom Heart”, Influidos por: Beatles, Penderecki, La Monte Young. Influyen en: Opeth, Radiohead, Alan Parson Project, Dream Theater, Porcupine Tree.
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