El vil metal

01/11/2024

J. M. Miner Liceaga.

¿Quién dio permiso para construir en los bordes de las ramblas, en las mismas torrenteras, en las riberas de los ríos o en las proximidades de los arroyos? ¿Es que nadie sabía por dónde discurría el agua cuando llovía? ¿Quién o quiénes aprobaron en el municipio que allí pudiera construirse? Debía ser un dinero fácil… yo, ayuntamiento, comunidad, ministerio, modifico las ordenanzas para engrosar las arcas municipales, autonómicas o estatales y aquí paz y después gloria.

Eso sí, con foto incluida y dejando bien clarito que gracias a la recalificación del suelo -alguien seguro que se llevó la tajada- se ha facilitado al personal la construcción de una serie d viviendas, en venta, por supuesto, para alabanza del mandatario público de turno.

¿Tuvo alguien en consideración que existen mapas oficiales de zonas inundables? ¿Quién velaba por el cumplimiento de la norma? ¿Los de la dictadura, los demócratas, los verdes, los azules, los rojillos? ¡Menuda pandilla de ineptos! ¡Vergonzoso!

¿Se terminará en este país y en alguna ocasión con la trapacería, la picaresca, el pelotazo, la mordida o la especulación? ¿Habrá que contabilizar otro montón de muertos o desaparecidos para que comience un desarrollo serio y se cumpla con lo establecido en los ordenamientos?

Si es que no se trata más que de aplicar la norma oficial. Así de sencillo. Lo que sucede es que hay que tener voluntad y a veces agallas para hacerlas cumplir. Enumerar todas las barbaridades urbanísticas que se han cometido en los últimos cincuenta o sesenta años daría para escribir trescientos mil quijotes, o más si me apuran.

Personalmente, recuerdo las ramblas o torrenteras que había en la única carretera de costa que había en la provincia de Almería hace cincuenta años. Las piedras, además de atravesar la carretera, llegaban casi hasta la orilla de mar. ¿Cuánto y en qué condiciones se ha construido en la zona? ¿Es que no hay nadie que sea capaz de pensar o recordar la ley de la gravedad y que cuanto más se estreche el camino va a aumentar la presión del fluido? Seguro que lo recuerdan, pero les da lo mismo. Esa sensación se desprende de su nefasto comportamiento. Desde otra vertiente, ¿cuántas vaguadas de aquellas de la trashumancia quedan hoy día en uso? ¿Cuántos arroyos interiores en los alrededores de Madrid no han desaparecido por la vorágine de la construcción, en la que intervienen corporaciones locales, promotores, constructores, etc., etc. Pura especulación No importa el daño que se pueda hacer ni al paisaje, ni al medio ambiente, ni a la sociedad misma. Negocio, negocio y negocio; especulación, especulación y especulación. Burla de las normas y los políticos, nuestros representantes, lamentándose de mala manera, sin argumentos sólidos, cuando surgen las desgracias.

¡Ah! Y no quisiera ser pesimista, pero cuando llegue algún sunami a nuestras costas y desaparezcan los chalés de primera línea de playa, igual alguien se aprovecha para poder alquilar los de la segunda fila al precio de la primera.

El vil metal.

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