“A veces es justo y necesario que un hombre muera para salvar a todo un pueblo, pero nunca todo un pueblo ha de morir para salvar a un solo hombre” escribió Salvador Espriu en su libro “Pell de brau”. Y otros grupos
El salvarse de acabar en la cárcel manteniéndose en el poder puede ser una de las razones de la loca espiral de violencia que ha emprendido el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu en el conflicto en Oriente Medio. Tiene pendiente un juicio por corrupción, fraude y abuso de confianza desde el 2019 y ello ha propiciado sus enormes esfuerzos para primero mantenerse en el poder aliándose con los ultraortodoxos y la extrema derecha y cuando se acercaba un juicio que no se presenta favorable a sus intereses, aprovechar la matanza de Hamas el 7 de octubre del pasado año para evitar un proceso en tiempos de güera.
Ya antes de esta fecha el terrorismo de Hamas y otros grupos árabes no era muy diferente al terrorismo de estado de Israel, donde los asesinatos, detenciones arbitrarias, leyes especiales que les daban carta blanca a sus fuerzas policiales, asesinatos impunes de los colonos contra los palestinos estaban en el orden del día.
Con estos antecedentes no es extraño que aprovechara la matanza que se produjo en el festival de música electrónica Nova. El sonsonete que “Israel tiene derecho a defenderse”, aplaudido por la mayoría de los países occidentales, dio carta blanca a Netanyahu a extender la guerra en todos los frentes bombardeando a mansalva, primero en Gaza, después en Líbano y mañana Dios dirá.
El dirigente israelí se ve con fuerza en violar todas las leyes de la guerra, se siente impune a las recomendaciones que le hace su fiel aliado el presiente de los Estados Unidos, puede desobedecer los imperativos mandatos de la ONU y declarar persona non grata a su presidente, e incluso no tiene problemas en atacar las fuerzas de paz que Naciones Unidas tiene desplegadas en la zona, además de insultar las instituciones o gobiernos que no comulgan con su loca carrera de muerte. Sus matanzas indiscriminadas ya superan las cuarenta mil personas.
Uno duda que los millones de judíos del planeta aprueben esta sangrienta matanza, pero además muchos son conscientes que acabar con un pueblo es prácticamente imposible y la cantidad de odio que ha generado el primer ministro israelí entre el pueblo palestino durará generaciones, con lo que con esta actitud el conflicto entre Israel y los palestinos se eternizará.
Sin embargo, hay países que les siguen apoyando y vendiendo armas.
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