Talos fue un autómata gigantesco, creado por el inventor Dédalo a expensas del rey Minos de Creta. Este robot fabricado en bronce tenía como única misión proteger la isla de Creta de invasores extranjeros e impedir que los habitantes de la isla la abandonasen sin permiso del rey. Todos lo temían debido a lo rápido que aprendía de las estratagemas de los griegos para adelantarse a ellas y derrotarlos. Algo poco deseable, ya que la manera que Talos tenía de acabar con sus enemigos era calentándose hasta alcanzar el rojo vivo y entonces abrazar a los visitantes hasta quemarlos por completo.
Un miedo que parece haber sobrevivido hasta nuestros días cuando sustituimos a Talos por ChatGPT y a las infelices víctimas griegas por los actuales empleados por cuenta ajena y autónomos.
La IA ha supuesto un punto de ruptura, un antes y un después en la vida de todos. No solo a nivel profesional, sino también personal. Y de hecho me gusta pensar en ella como una vía para democratizar las posibilidades. Por ejemplo, ya no dependes de contratar un estudio de grabación, unos focos, micrófonos, cantantes… para poner sonido a la letra de una canción que has compuesto, pues gracias a algunas IAs puedes llegar a producir tu propia música en la comodidad de tu hogar y por un precio reducido. Lo mismo sucede con las imágenes, con la redacción de textos e incluso con la traducción de contenidos a otros idiomas. Con unas nociones básicas y un par de indicaciones bien dirigidas, ¿sabéis cuánto se puede conseguir solo usando una IA?
Por supuesto, llegados a este punto muchos me diréis “pero qué locura, Rocío, por favor, ¿y qué hay de los puestos de trabajo? ¿Qué pasa con los profesionales de la canción, la ilustración, la traducción… qué será de ellos?”. No podemos permitir que el miedo, la incertidumbre, nos mantenga anclados a un mundo que ya no existe. Es necesario que los profesionales que (creen) ver tambalear su futuro por culpa de los nuevos avances técnicos se den cuenta de que la IA no es su enemiga, ni siquiera su competencia. Imaginemos, por ejemplo, a un ilustrador especializado en diseño de portadas para novelas que utiliza la IA para generar ideas, imágenes que poder modificar según su propio criterio para crear ilustraciones de mayor calidad. Por supuesto, siempre habrá quienes prefieran usar una imagen espectacular generada por IA de manera gratuita antes que un diseño personalizado y pensado en exclusiva para su obra, pero es que siempre habrá gente que solo se mueva por lo gratis o lo barato. ¿Y acaso ese es el público al que debe dirigir su trabajo un profesional, casi rogando para que le paguen un precio justo?
Porque no olvidéis que la Inteligencia Artificial solo es una herramienta puesta a nuestro servicio y que, al igual que sucedió con Talos, no sería descabellado pensar que pudiera llegar una Medea que le arrancase el tapón que lo mantiene con vida.
Esperemos que nunca lleguemos a ese punto y seamos capaces de adaptarnos a este nuevo mundo que tantas posibilidades nos brinda. Y que, en algunos casos, sepamos entenderlo como una oportunidad de reinvención, también.
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