Afirma Pedro Sánchez que adelanta el congreso federal del PSOE para “alinear” el discurso territorial ante las críticas internas que han arreciado tras el acuerdo sobre el concierto fiscal para Cataluña. Y ante tal afirmación podríamos preguntarnos ¿por qué le llaman alinear cuando quieren decir alienar?”. Porque a la vista de los precedentes y de la tropa que conforma hoy la militancia de lo que fuera antes el PSOE, nadie duda de que al tiempo que alineados los congresistas saldrán también alienados y aceptando con euforia el trágala del concierto catalán traicionando a sus conciudadanos a sus votantes y al programa y la tradición de un partido que dejó de ser socialista y obrero y ahora está dejando también de ser español.
Acorralado por sus pactos con los enemigos de España y por las investigaciones judiciales sobre la presunta corrupción de su familia y en el partido Sánchez persigue un doble objetivo con el adelanto del congreso federal: garantizar su propia supervivencia y mostrar que tiene prietas las filas, recias, marciales, como rezaba el himno de las juventudes falangistas del franquismo para pagar los peajes a sus socios de la Frankestein y para cambiar el sistema constitucional de libertades, la propia configuración de España como nación, además de despojar de ideología y de principios un partido socialista que puede dejar en vías de extinción,
Objetivos meramente personales porque Sánchez sabe que necesita seguir en La Moncloa para blindarse, él y su entorno, de las posibles responsabilidades judiciales de los casos de Begoña Gómez, del hermanísimo, de Koldo y Ábalos, y del Tito Beni. Y objetivos al margen de los intereses y las necesidades de España y de los españoles.
Con los puigdemones de Junts indignados y ofendidos, los podemitas humillados y apretando las tuercas, Ábalos amenazando con votar en conciencia y algunos de los socios regionalistas de SUMAR escamados por la independencia fiscal entregada a Cataluña para investir a Illa, las consecuencias apuntan a un país paralizado y a un gobierno incapacitado para actuar ante el gravísimo problema de la emigración, el caos ferroviario, su incapacidad e incompetencia legislativa, el deterioro de las instituciones, una recesión silenciosa de la economía con una inversión en caída libre, liderando el desempleo de la UE, una deuda pública que supera el 108% del PIB y nos sitúa entre los países más endeudados del mundo, y con 12,7 millones de personas, el 26,5% de la población en riesgo de pobreza o exclusión social, cifra nunca alcanzada desde el inicio de la Transición, además de la falta de apoyos para aprobar los Presupuestos.
Un cúmulo de problemas y amenazas ante las que cualquier gobernante democrático y dedicado al servicio del país y no a servirse, no dudaría en dimitir y convocar elecciones generales. Pero Sánchez solo anticiparía las elecciones por dos motivos: si está convencido que las va a ganar, lo que no es el caso como muestran todas las encuestas, o porque está en situación límite, lo que no parece vaya a suceder porque sus socios no le van a dejar caer. Sin Sánchez se les acaba el carbón y le necesitan para cumplir sus objetivos. Como pone Dante en su Divina Comedia a las puertas del infierno, quienes todavía fiais en un adelanto electoral, con Sánchez perded toda esperanza.
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