Dice sabiamente nuestro refranero eso de “dime de qué presumes y te diré de qué careces. Y mientras Pedro Sánchez sacaba pecho por la, en su opinión, positiva evolución de la economía y el empleo, las empresas de trabajo temporal alertaban de un “frenazo” en el mercado laboral a partir de este otoño. Una alarma de la que ya vienen advirtiendo todos los indicadores de empleo de este año, y que se refleja con especial intensidad en la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre y en los datos oficiales del paro registrado en julio.
Ya los resultados de la EPA, en un trimestre tradicionalmente bueno para el empleo y que en esta ocasión contaban con el plus de contabilizar la ocupación de la Semana Santa, muestran como mientras entre abril y junio del año pasado la ocupación aumentó en 624.000 personas este año lo hizo sólo en a los 434.700 de este año, es decir casi 190.000 ocupados menos, con una bajada en el número de desempleados también inferior a la de 2023. Números que como el algodón no engañan y que denotan una desaceleración en la creación de empleo.
Síntomas de una evidente ralentización de nuestro mercado laboral que se reproducen en los datos del paro registrado en julio, mes en el que en plena campaña turística se han destruido casi 10.000 puestos de trabajo, 9.783 concretamente, el peor dato para este mes en los últimos 20 años.
Destrucción de empleo que es casi equivalente a la reducción del paro que el gobierno estima en 10.830 respecto al mes anterior, sólo un 0,42% y cifra inferior a las 10.968 que bajó en julio de 2023. Mientras que si analizamos la variación interanual vemos como el descenso del 4,77% en el número de desempleados entre julio de 2023 y julio de 2024 es la peor de los últimos 11 años, con excepción de 2019 y 2020, año este último afectado directamente por la pandemia del COVID.
Pero donde con mayor claridad se evidencia el agotamiento del mercado de trabajo es en los datos de contratación. En julio de este año se han formalizado 1,37 millones de contratos que son 112.840 contratos menos que en el mismo mes del año pasado, al tiempo que la contratación acumulada en los siete primeros meses de este año alcanza una cifra de 8.955.067, que suponen 139.142 contratos menos, (-1,53%) que entre enero y julio de 2023. A la vista de estos números cabe preguntarse ¿cómo es posible que habiéndose firmado 1,37 millones de contratos, el paro sólo baje en 10.830 personas?
Como resaltan los responsables del Gabinete de Estudios de USO, “se están produciendo en la práctica tantas rescisiones de contratos como altas se producen, confirmado un deterioro evidente que se refleja también en el hecho de que, sólo el 38,71% de todos los contratos son indefinidos cuando en junio este porcentaje fue del 41,15% y en mayo del 43%.
Y mientras baja la contratación temporal aumenta la temporal que representa el 61,29% del total, con el agravante de que sólo el 39,8% de los contratos indefinidos, uno de cada cuatro, son a tiempo completo, con el añadido de que se siguen realizando más contratos indefinidos que personas los han firmado. En concreto, en julio 30.667 trabajadores han sido objeto de más de un contrato de trabajo, lo que lleva a los responsables de USO a preguntarse ¿cuánto han durado estos cerca de seiscientos mil contratos indefinidos? Para concluir que “tenemos contratos cerilla que se consumen en muy poco tiempo.
A la vista de todo esto sólo queda reiterar, una vez más, que la rotación en el empleo ha llegado a la contratación indefinida. Que en España no se crea empleo, se reparte. Y que en la España de la sociedad Sánchez&Yoli Producciones tener un contrato indefinido ha dejado de ser sinónimo de tener un empleo estable y poder llegar a fin de mes.
El fuerte incremento de los costes laborales que han subido un 20% en los últimos cinco años, combinado además con la caída del 5% en la productividad que nos sitúa a la cola de la UE, la paralización o la retirada de inversiones españolas y extrajeras por la inseguridad jurídica y la inestabilidad política, y la hostilidad del gobierno hacia el emprendimiento y las empresas son las causas que justifican este agotamiento que anticipa un otoño caliente, aderezado con las negociaciones para la reducción de jornada y el abaratamiento del despido en el mercado laboral. Y todo ello teniendo en cuenta que, como demuestran la historia y la experiencia los problemas de empleo suelen ser el primer síntoma de una crisis económica que a España siempre le llegan más tarde que al resto de nuestros socios europeos pero con más intensidad.
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