Los políticos son trabajadores por cuenta ajena (concretamente de todos los españoles) que como tales tienen sus derechos y entre ellos está el disfrutar de un reglamentario periodo de vacaciones (si son merecidas o no es otro cantar).

Normalmente, la actividad política – y la que no es política – se reduce en los meses estivales y la actividad de las instituciones se ralentiza considerablemente, Ello se traduce en que los medios cambian radicalmente su actividad centrándose en temas más lúdicos o rescatando reportajes que en otros periodos no tenían espacio. En cualquier caso, una gran mayoría de ciudadanos también podía desconectar de los avatares de la intensa vida política y centrar su atención en el tiempo, los incendios o los accidentes que eran los protagonistas de la vida informativa de este periodo.

Pero no se hagan ilusiones, este verano veremos una hiperactividad abrumadora de la clase política con numerosos frentes abiertos tanto a nivel internacional como local que nos impedirán que podamos disfrutar de la tranquilidad vacacional y en cualquier caso desconectar de nuestra rutina habitual.

No sólo el homenaje a la tercera edad que preparan los norteamericanos para elegir su presidente, sino también la pugna en la vecina Francia entre la actual para afrontar la nueva legislatura o el pulso para dirigir las instituciones europeas, sin olvidar las expectativas que el nuevo gobierno británico genera para sacar a su país de la crisis. Las guerras de Ucrania y palestina, por otra parte, ya están amortizadas porque todos nos hemos acostumbrado a las barbaridades que allí se producen, como el resucitado tema de los emigrantes. En estos casos ya no hemos acostumbrado, a base de su reiteración, de las escalofriantes imágenes que nos ofrecen día si día no.

No es más tranquilo el panorama español, con la espada de Damocles de una posible repetición de las elecciones catalanas y en esta guerra fratricida entre socialistas y populares que se añade a la ruptura de VOX con sus socios extremistas, todo ello adornado con las denuncias de corrupción y con la justicia de autor que hacen eminentes magistrados.

Ante este panorama a uno sólo se me ocurre una súplica: señores políticos, por favor, hagan vacaciones para que también las podamos hacer nosotros.