A Pedro Sánchez la jugada de reflexionar durante cinco días le ha salido redonda. No sólo ha conseguido que una inmensa mayoría de la militancia no sólo cerrara filas en torno a él, sino que incluso le suplicaran que no abandonara el cargo. El resultado es que no sólo le dio un importante impulso a la candidatura de Salvador Illa en Catalunya cercenando la posibilidad que Puigdemont le ganara las elecciones, sino que las encuestas ya le señalan como firme candidato a ganar las próximas elecciones europeas.
Nunca segundas partes fueron buenas y repetirlas acostumbra a ser arriesgadísimo. Como decía el expresidente Tarradellas que cuando presentas la dimisión “corres el riesgo de que te la acepten», y esta posibilidad no parece que la contemplara el presidente de ERC tras la debacle que su formación sufrió en las recientes elecciones catalanas.
Toda elección tiene sus consecuencias y en los republicanos no se han hecho esperar. Ha dimitido el president Aragonés y la número dos del partido Marta Rovira, mientras que el número uno anuncia que se toma unos meses de reflexión, pero que está predispuesto a presentarse a la reelección en el próximo congreso del partido. Para ello, imitando a Pedro Sánchez – se propone patearse Catalunya en busca de apoyos. Su absoluta sumisión a las políticas de Pedro Sánchez -palabrería aparte- se han visto compensadas con un botín más que escaso, a cambio de lo logrado por Carles Puigdemont en su negociación con los socialistas. Y ello ha levantado ampollas en la militancia del partido que no dudan en criticar lo mal que han jugado las cartas que tenían en sus manos a la hora de negociar el sentido de sus votos en el Congreso.
Durante la pasada campaña, el enemigo de los republicanos no fueron los socialistas, sino Junts en su guerra cainita, claro que tampoco podían lucir su gestión en la Generalitat y su insistencia en reclamar un referéndum no dejada de ser un brindis al sol, con lo que las políticas que imponía Junqueras no las entendía ni su militancia.
Ahora inicia su personal travesía en el desierto, pero el peligro que corre es que al final del recorrido sólo se encuentre más desierto por su ambición personal de aferrarse en el cargo ignorando que copiar estrategias no siempre acaban con el mismo resultado, además que una virtud de los políticos es reconocer que cuando tu tiempo se ha agotado es una virtud saber retirarse a tiempo, entre otras cosas por qué Oriol Junqueras no es Pedro Sánchez.
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