Amnistía en una Cataluña triunfant

14/05/2024

Luis Díez.

De cuantas enseñanzas dignas de glosa dejaron los catalanes en las urnas el 12 de mayo, quizá sea la clausura (otros dicen “portazo”) de las veleidades independentistas la más importante. Los catalanes apuestan por un futuro en paz y progreso con el conjunto del Estado español. Aunque la abstención fue muy alta (el 46% del censo), han desinflado la burbuja de la independencia o “programa máximo” del nacionalismo democrático para dejar claro que España no se rompe.

Y esto, el resultado indiscutible de las urnas, pone de relieve el acierto de la política de los socialistas, encabezados por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y por el ganador de los comicios autonómicos, Salvador Illa, frente al estilo de ‘ordeno y mando’ de las derechas españolas. Si gobernar no es fácil, como decía el de Pontevedra, acertar requiere mucho esfuerzo, bastante temple y un poco de sabiduría.

Reconozcan o no el acierto de la política de Sánchez e Illa con Cataluña y en Cataluña, para muchos, la mayoría de los catalanes y los españoles, es un alivio contar con dirigentes sensibles a los problemas de los ciudadanos, que en vez de a crispar, soliviantar y manejar la máquina del lodo en este jodido mundo de capitalismo despiadado y sin fronteras, como hacen otros para derribarlos e implantar por todos los medios, los que sean (corrupción y bulos) sus políticas de imposición.

Recuerde el lector en este punto cómo al comienzo de la campaña electoral catalana, el presidente Sánchez, harto de insidias, anunció unos días de reflexión sobre si valía la pena seguir en el cargo o dejarlo. La máquina del fango disparaba sus asquerosos productos contra su esposa. Por suerte, Sánchez no se arrugó. Cataluña votó. Illa (PSC) ganó con un resultado extraordinario que le permite gobernar, en coalición con ERC y En Común-Sumar o mediante un pacto de legislatura, y el país progresa.

Después de la reflexión del jefe del Gobierno y del resultado de las elecciones catalanas, y una vez pasada la festividad capitalina de San Isidro, aquel esforzado labrador que algunos han tomado como el santo de la holganza, pues los ángeles le araban el terruño mientras él dormía la siesta, la actividad parlamentaria tiene una fecha mayor: el 30 de mayo. Es el día previsto por el Congreso para aprobar la Ley de Amnistía.

El expresident Puigdemont, dirigente de la derecha nacionalista catalana podrá volver  sin temor a ser detenido, juzgado y condenado como la mayoría de sus colegas y compañeros de aquel “procès” al que PP y la incompetencia de su líder Rajoy tanta fuerza insufló.

Pero antes del 30 viene el 26, y ese domingo el presidente del PP, precisamente, ha convocado otra vez a sus huestes contra la amnistía. Se ve que a Feijóo le sale gratis. Pero la derecha extrema y la extrema derecha tienen un problema: ya no podrán afirmar, sin que les llamen mendaces, que el malhadado Sánchez y el PSOE rompen España. Y de ello se infiere que deberán cambiar el discurso y la política anticatalana que otrora tantos votos les dio.

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