BBVA Research ha mantenido su previsión de PIB para España en 2023 en el 2,4%, pero ha rebajado las perspectivas para 2024, del 2,1% al 1,8%. En el último informe Situación España, los economistas del servicio de estudios de BBVA destacan que los datos que adelantan el comportamiento de la actividad, particularmente en Europa, muestran un empeoramiento generalizado. A esto se añade el reciente aumento del precio del petróleo. En España, la productividad por hora de trabajo ha mostrado una caída inesperada en el segundo trimestre de 2023. Además, se perciben problemas de oferta en ciertos sectores y la demanda interna estará restringida por unos tipos de interés elevados y por la necesaria reducción del déficit público el siguiente año.
Los economistas de BBVA Research señalan que, aunque el sesgo sobre este escenario es a la baja y la incertidumbre de política económica podría aumentar durante los próximos meses, la recuperación puede continuar gracias a la fortaleza de la posición financiera de hogares y empresas, a la normalización prevista de la actividad industrial, al apoyo de los fondos europeos y al aumento en la población en edad de trabajar.
La revisión anual de las series de Contabilidad Nacional y la evolución reciente de los indicadores de actividad apuntan a un crecimiento económico en 2023 en línea con lo previsto por BBVA Research en su informe del mes de junio (2,4%).
El consumo, tanto privado como público, y las exportaciones de bienes han resultado mayores de lo previamente estimado por el INE, a pesar de que se ha moderado el aumento de las ventas de servicios al exterior y las cuentas muestran ahora una recuperación más modesta de la inversión. “Esto último es particularmente negativo, ya que supone una reducción de la capacidad de crecimiento a futuro de la economía española y un sesgo a la baja adicional sobre el avance de la productividad durante los próximos años”, apunta el informe.
La revisión estadística adelantó al primer semestre de 2022 el regreso a los niveles de PIB anteriores a la pandemia. Las horas trabajadas totales también han sobrepasado el umbral del cuarto trimestre de 2019, lo que da como resultado un reducido crecimiento de la productividad por hora trabajada durante los últimos cuatro años. Finalmente, las rentas laborales ya se han recuperado completamente mientras que las rentas del capital todavía continúan por debajo de los niveles de 2019.
Caída de la productividad y menor creación de empleo
Según BBVA Research, en el segundo trimestre de 2023 se observó una caída en la productividad por hora trabajada, además del inicio de una ralentización en la creación de empleo, generalizada por sectores de actividad, que coincide con el deterioro de algunos indicadores de confianza. El fuerte incremento de las horas totales trabajadas durante el segundo trimestre del año no vino acompañado por un aumento equiparable del PIB, lo que puede mostrar rendimientos decrecientes en el proceso de recuperación.
El avance mensual de la afiliación a la Seguridad Social se ha moderado desde el mes de junio, pasando de incrementos de 76.000 cotizantes en promedio por mes (descontada la estacionalidad y el efecto calendario), a 15.000 desde entonces. Esto podría situar el crecimiento del PIB en el tercer trimestre de 2023 en el 0,2% trimestral (1,8% anual).
Aunque el debilitamiento en la creación de empleo es generalizado, destaca el sector servicios. La desaceleración ha sido de particular importancia en aquellos sectores ligados al turismo (servicios de restauración y de alojamiento) y al gasto público (administraciones públicas y Seguridad Social). A este respecto, algunas decisiones de contratación podrían haberse adelantado al primer semestre del año, ya sea como consecuencia de la fuerte recuperación del gasto turístico o como resultado del ciclo electoral. Es también posible que se estén produciendo cambios estructurales en algunos sectores o tipos de empresas como consecuencia de la reforma laboral.
Finalmente, la ralentización coincide con el deterioro a nivel global de indicadores como los PMI, que apuntan a una contracción de la actividad en los servicios. Esto último reflejaría tanto el agotamiento del efecto del desconfinamiento, como el contagio del estancamiento en la industria al resto de la economía.
Más peso de la demanda interna
En general, se percibe un cambio en la composición del crecimiento de la actividad en España, más enfocado en el avance de la demanda interna y menos en la externa. El consumo de los hogares ha ligado dos trimestres consecutivos de avance, lastrado solo por el gasto que se realiza fuera de España. Esta recuperación corresponde al descenso de la incertidumbre relacionada con el coste de la energía, a la buena evolución del mercado laboral -apoyado por el turismo extranjero- y al crecimiento de los salarios. Por su parte, la inversión en construcción se ha acelerado, lo que puede estar reflejando el despliegue de los fondos Next Generation EU (NGEU), en la medida en que el mayor aumento se registra en los activos fijos no residenciales.
Asimismo, aunque la demanda de vivienda cae frente a lo observado hace un año, afectada por el incremento en el coste de financiación, los niveles se encuentran todavía por encima de los registrados en 2019. La tensión que se observa entre oferta y demanda, junto con los elevados precios del alquiler, probablemente continuarán apoyando la inversión en el sector, aunque la regulación impedirá que la contribución sea significativa. Finalmente, las exportaciones ralentizan el paso de la mano de la pérdida de dinamismo que se observa en las economías de la eurozona y cierto agotamiento tras los fuertes crecimientos de trimestres anteriores.
El menor crecimiento de los principales socios comerciales españoles apunta a que la contribución de la demanda externa durante los próximos trimestres podría continuar siendo negativa
Incertidumbre política
La incertidumbre sobre la política económica puede aumentar durante los próximos meses. Hasta ahora, distintos indicadores no muestran un deterioro en la confianza, a pesar del adelanto electoral. En todo caso, hay un retraso en los procesos para tener un presupuesto del Estado para el siguiente año, consistente con los compromisos europeos. Durante la última parte de 2023 se acordará cómo se volverán a implementar las reglas fiscales en Europa. La necesidad de despejar las dudas sobre la forma en la que se reducirá el déficit público es mayor toda vez que se espera que, a pesar de la recuperación en marcha, el desequilibrio en las cuentas se mantendrá constante en 2023 alrededor del 4% del PIB. El próximo Gobierno deberá anunciar medidas equivalentes a alrededor de casi un punto porcentual del PIB si desea cumplir con llevar el desequilibrio por debajo del 3% del PIB, además de eliminar las políticas que fueron adoptadas para mitigar el impacto del incremento en precios de la energía y alimentos.
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