Justicia financiera

06/09/2023

José María Triper.

Justicia financiera. Con esta expresión explicaban en círculos próximos al Ministerio de Economía el requerimiento que la vicepresidenta Nadia Calviño hacía a los presidentes de los grandes bancos urgiéndoles a subir la remuneración que pagan por los depósitos de sus clientes. Demanda que la todavía responsable en funciones de la economía en el gobierno justificaba por el incremento de los beneficios de las entidades financieras derivado de las nueve subidas consecutivas de los tipos de interés. Y dicho así, lo cierto es que la letra suena bien. Lo que ocurre es que al conjuntarla con la música que cantan los números y el compás de las reglas de funcionamiento del libre mercado, el resultado desentona y no concuerda.

La señora Calviño, que parece más preocupada por intentar dar la vuelta a los pronósticos que auguran su fracaso en las aspiraciones por presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI), debería recordar que en las democracias donde impera la economía de mercado los precios y los costes se deciden por la competencia y no a la voluntad de los gobiernos de turno. Competencia que es también inherente al sector financiero como elemento fundamental para el crecimiento económico de los estados y el aumento de la inversión y del empleo, para lo cual es esencial la recuperación de la estabilidad financiera que, a pesar de la subida de los tipos todavía está lejos de llegar, debido entre otras causas al exceso de liquidez que existe en el sistema bancario español.

Cierto que los números en la mano los bancos españoles están cobrando un 58% más por las hipotecas que lo que pagan por los depósitos. De hecho los últimos datos del Banco de España muestran que el interés hipotecario medio que cobraron los bancos en julio pasado fue del 3,75%, más del doble que hace un año cuando el Banco Central Europeo (BCE) comenzó con las subidas continuadas de los tipos. Pero siendo esto incuestionable, también lo es que, los mismos datos del supervisor confirman que el interés medio de los depósitos a 12 meses se ha elevado hasta el 2,36%, el nivel más alto desde el año 2013. Todo ello con el añadió de que en la oferta de servicios financieros existen productos de valor más interesantes que los depósitos para rentabilizar los ahorros de los ciudadanos.

De todas formas, bien está que la vicepresidenta económica recuerde a los bancos que también tienen una función social y que esa mejora en la remuneración por los depósitos de los clientes se debe ir produciendo escalonadamente pero sin pausa y conforme a la mejora de la rentabilidad de las entidades financieras.

Claro que, como suele ocurrir, la señora Calviño volvió a hacer bueno ese aforismo de nuestro refranero de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Porque junto a su exhortación a subir la remuneración de los depósitos les avanzó también su intención de mantener el impuesto temporal a la banca más allá del horizonte de 2024, con la amenaza de convertirlo en permanente.

Un impuesto que ha costado ya 1.120 millones de euros a los bancos sólo en el primer semestre, y un anuncio que no sólo provocó el desplome del sector en Bolsa, sino que viene a confirmar la intención del gobierno de Pedro Sánchez de convertir a la banca en el chivo expiatorio de los errores del Ejecutivo y en una fuente de ingresos para sufragar el gasto público y las subvenciones populistas de un gobierno elefantiásico para comprar voluntades y sufragios.

Por cierto que en ese ramalazo de solidaridad social que le dio a la todavía vicepresidenta primera del gobierno se olvidó de exigir a Ana Botín, Goirigolzarri y compañía que faciliten el acceso de las personas mayores a las oficinas bancarias. Una asignatura pendiente tras el clamor de la campaña “soy mayor no idiota” lanzada Carlos San Juan, con la que este médico jubilado consiguió repicar los oídos del gobierno y la foto con la propia ministra Calviño que, como es costumbre en este ejecutivo de coalición socialpopulista, se quedó sólo en eso, en palabras sin una sola acción. Y mucho nos tememos que este es el mismo destino que espera a la urgencia de subir la remuneración de los depósitos.

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