Pujol y el modelo de España

04/09/2023

Josep M. Orta.

En el ya lejano noviembre 1981, meses después del “tejerazo” y aún con un cierto ruido de sables en la recámara, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Quiso que su primer viaje oficial fuera de Catalunya fuera precisamente en la preautonomía castellano leonesa que por aquellos días presidía José Manuel García Verdugo.

Los socialistas, entonces en la oposición, criticaron aquel viaje estrenando el vicio de criticarlo todo del que tanto ha aprendido el PP. Sin embargo los discursos que hizo el President a lo largo de la semana que duró el viaje tenían una gran carga política que posiblemente si le hubieran hecho caso las cosas habrían evolucionado de una manera distinta.

Castilla ha hecho España pero Catalunya también ha hecho España. Y los catalanes tenemos tanto derecho como los castellanos en tener y defender nuestro propio concepto de España”. Eran tiempos que Jordi Pujol rechazaba cualquier veleidad independentista pero defendía tener un papel activo en la construcción del país.

Evidentemente la España centralista le hicieron caso omiso y aún hoy siguen negando el pan y la sal a las pretensiones del presidente catalán y de catalanes y vascos sólo se acuerdan en La Moncloa cuando necesitan sus votos, pero siempre han considerado una injerencia intolerable cualquier pretensión catalana de variar las cosas. Baste recordar que uno de los grandes sueños de Aznar cuando era presidente fue que todas las capitales españolas estuvieran a menos de una hora de Madrid en AVE. No sólo Catalunya fue una de las últimas comunidades en tener este enlace rápido con Madrid, si no que el corredor mediterráneo avanza con una velocidad de tortuga que una de las últimas. Además voces autorizadas pretendían que el trazado pasara por Madrid.

Ahora la mecánica electoral propicia significativos cambios de camisa en un ejercicio esperpéntico del “aquí vale todo”. Vale más no acudir a las hemerotecas para repasar lo que decían unos y otros no hace mucho pero donde se constata que los intereses partidistas están muy por encima del sentido de estado. Por ello la interpretación que pretendía Pujol de España cayo en saco roto, con lo que no ha hecho nada más que radicalizar el conflicto.

La lotería electoral ha propiciado que los votos de las minorías tengan la sartén por el mango y los grandes partidos están abiertos a no pocas concesiones, mientras catalanes y vascos pretenden encauzar un debate más profundo sobre el modelo de Estado.

Como decía Groucho Marx “estos son mis principios, si no les gusta tengo otros”.

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