El triunvirato europeo expulsa a España

28/06/2023

José María Triper.

Hace sólo una semana nos hacíamos eco de la decisión de Jens Stoltenberg y la cúpula de la OTAN de excluir a las empresas españolas de la reunión de la Organización Atlántica con representantes de las industrias de Defensa europeas y norteamericanas. Acuerdo que se interpretaba como una prueba evidente de la absoluta irrelevancia a que el gobierno de Pedro Sánchez ha llevado a España en el escenario internacional. Además de una demostración palpable del fracaso de una acción diplomática errática, ambigua y desnortada.

Pues bien, apenas siete días después y semioculta por el bullicio de los pactos entre PP y PSOE, se consuma la que para este cronista ha sido, por lo que significa y sus repercusiones, la noticia más importante en los últimos días -Rusia y los Wagner aparte- de las aparecidas en el panorama europeo y nacional: Alemania, Francia e Italia crean una alianza industrial sin España.

Los gobiernos de las tres primeras economías del euro, marginaban a la cuarta, España, al anunciar la creación de un grupo de trabajo conjunto para diseñar la soberanía industrial europea tras las crisis del suministro de materias primas, añadiendo en el comunicado conjunto que esta reunión supone el principio de una serie de encuentros trilaterales “con el objetivo de reforzar la cooperación entre Alemania, Francia e Italia en temas económicos clave”.

Una reunión en Berlín, esta del Triunvirato en la que los líderes de las tres potencias se reunieron con representantes de las principales empresas industriales de los tres países como Volswagen, Stellentis, Airbus STMicroelectronics o Enel, sin que, como ocurriera en el caso de la OTAN, asistieran ninguna representación de empresas españolas o domiciliadas en España.

Y, al margen del desprecio que supone esta marginación y del perjuicio económico que supone esta marginación, otro hecho significativo es que esta alianza industrial se produce justo en las vísperas de la presidencia española de la UE, que va a ver limitada sus decisiones económicas por los acuerdos de los tres países firmantes que son quienes van a controlar cualquier movimiento que se haga desde esta presidencia rotatoria.

Recordábamos en un escrito anterior las palabras del presidente norteamericano Joe Biden cuando se enteró de las pretensiones de Sánchez de sustituir a Stoltenberg al frente de la OTAN. “No es un aliado fiable”, aseguró, al tiempo que empezaba a mover ficha para promocionar a la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, y al ministro de defensa británico, Ben Wallace. Y esa es la realidad, con Sánchez no somos fiables para los aliados de las democracias occidentales ni para unos Estados Unidos que han sustituido a nuestro país por Marruecos como su principal aliado estratégico en el Mediterráneo Occidental, con las posibles derivadas que ello puede suponer para la estabilidad de Ceuta, Melilla y las Canarias.

De hecho, ya estamos viendo como a pesar de la vergonzosa entrega del Sahara Occidental a la monarquía alauita por parte del sanchismo, el gobierno de Rabat lleva meses bloqueando el plan de apertura de aduanas en Ceuta y Melilla, al tiempo que Canarias se enfrenta a un nuevo repunte de la inmigración ilegal y las pateras.

Una falta de credibilidad y confianza que Sánchez se ha ganado a pulso, siendo el presidente del único país de la Alianza que tiene a declarados comunistas en el Consejo de Ministros, cuyos socios de gobierno y parlamentarios, golpistas y filoterroristas incluidos, están o han estado financiados por Rusia, Irán, Cuba Venezuela, y por el resto de enemigos de las democracias y la libertad, Y que, para más escarnio, tiene a un expresidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, como embajador extraoficial y propagandística de las dictaduras bananeras de América Latina. Cómo dice sabiamente el refranero, dime con quién andas y…

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