Mucho se ha hablado de cordones sanitarios y los resultados ya se han visto, han potenciado a la extrema derecha y en la primera ocasión que ha tenido ha ganado la partida a sus socios del PP con sus draconianas condiciones para formar gobierno.
Nunca me han gustado los cordones sanitarios para aislar a una formación. No me gustaron cuando lo hicieron con Herri Batasuna ni me gusta ahora cuando algunos lo han pretendido hacer con VOX. Estas formaciones representan una parte importante del electorado superando el diez por ciento del electorado y no se puede marginar una parte importante de la población. Además es mejor tenerlos dentro que fuera por muy aberrantes que a muchos nos parezcan sus propuestas.
El problema no está en VOX, ya que en una democracia cada uno es libre de pensar y defender sus proyectos, lo inquietante es que sus propuestas tengan un eco significativo en la sociedad y además en estos momentos ilusionen a determinados sectores. Si los mensajes que lanza el PP con el viento de cara se pueden resumir con un ambiguo “acabar con el sanchismo”, cuando VOX está en condiciones de imponer sus criterios “sí” que tiene unas propuestas muy claras. Desde negar la violencia de genero, renegar de las medidas para combatir el cambio climático, combatir la inmigración, renegar de la memoria histórica, combatir el bilingüismo y restringir al máximo las subvenciones a las entidades que promueven la promoción del idioma cooficial, crear oficinas anti ocupación e incluso dejar que un torero no sólo sea vicepresidente de una Comunidad si no además hacerlo responsable de la consejería de cultura.
El problema no es que los representantes de una extrema derecha dudosamente constitucional defiendan sus propuestas si no que una parte importante de la población se las compre. Quizás muchos teníamos una idea muy distorsionada de lo que pensaba una parte significativa de los españoles, uno creía que el movimiento ecologista tenía una cierta importancia o que la igualdad entre hombres y mujeres era defendida por una parte importante de la población o que la riqueza plurilingüista era un valor no despreciable, pero resulta que estábamos equivocados.
No sé por qué, pero esta situación me recuerda que en los años treinta un determinado partido accedió democráticamente al poder y una vez en él se acabaron las elecciones y se embarcaron en una aventura de nefasto recuerdo.
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