«No me voy a retirar nunca», proclama Luis Almansa en su puesto de pescado y de congelados del mercado Alto de Extremadura, en el distrito Latina de Madrid.

Luis Almansa, un empresario de 63 años que está detrás del éxito de la terraza de El Ancla del Lago de la Casa de Campo en Madrid, no para. Ahora prepara la apertura de otro restaurante en la Dehesa de la Villa, también en la capital de España.

Nacido en Cazorla (Jaén), empezó a trabajar con nueve años fregando platos; a los 14, ya era ayudante de cocina. Llega a Madrid con 20 años con el objetivo de emigrar a Suiza. Pero una huelga de Iberia le dejó en tierra, y afortunadamente, Luis Almansa se quedó en Madrid para siempre, aunque nunca desperdicia una oportunidad de volver a su pueblo.

Luis Almansa responde fielmente a esa imagen del emprendedor incapaz de quedarse quieto. A los 63 años, presume de seguir al pie del cañón, y no quiere escuchar nada sobre la jubilación: «No me voy a retirar nunca», proclama en su puesto de pescado
y de congelados del mercado Alto de Extremadura, en el distrito Latina de Madrid.

Pese a todos los obstáculos, siempre se ha levantado y ha salido adelante: «Mi vida ha
sido luchar, luchar y luchar», concluye.

Su última aventura ha sido la apertura del El Ancla del Lago en la Casa de
Campo y, dentro de unos meses, abrirá otro restaurante en la Dehesa de la Villa. Pero es que, además de la pescadería, cuenta con una tienda de alimentación en el distrito de Arganzuela; una fábrica y distribuidora de congelados,  y una empresa de reformas.

«El restaurante de El Ancla del Lago va como un tiro porque le ponemos cariño», explica Luis Almansa, uno de esos restauradores que cuida al máximo al cliente y que se conoce el nombre de todos los habituales.

De lo que más presume es que, en un momento en que todos los establecimientos de la Casa de Campo han subido precios aprovechando que están de moda y con la inflación y el coste de la energía como excusa, El Ancla del Lago ofrece la mejor calidad-precio.