Los cómplices de la degradación

17/05/2023

José María Triper.

No sabemos si por iniciativa o por indicación de su amigo Sánchez, aunque todo apunta que fue así, pero lo cierto es que los filoetarras de EH Bildu han tenido que ver muy negro el 28-M para el inquilino de La Moncloa y su gobierno para anunciar que los siete asesinos que incluyen en sus listas electorales no asumirán su cargo en caso de resultar elegidos, aunque si lo hará el resto de los 37 condenados por pertenencia a la banda terrorista. Que si legalmente no, política, social y moralmente tan asesino es el que mata como el colaborador.

Sea como fuere, lo cierto es que con renuncia o no, este comunicado de los herederos de ETA supone un paso más en la burla y el desprecio que sienten hacia la moralidad, la dignidad y la democracia. Y una bufonada más con la que recordar quien manda a Pedro Sánchez que vuelve a humillarse ante la indecencia de sus socios preferentes, con los que, no lo duden, volverá a pactar, al igual que lo hará con los golpistas catalanes, los chavistas y con todos los enemigos de España, de la democracia, de la Constitución, del Estado de Derecho y del régimen de libertades del 78.

Como afirmaba recientemente Ignacio Varela, que fuera subdirector del gabinete de Presidencia en el gobierno socialista de Felipe González, “a Sánchez le vale cualquier segundo puesto si después le sale la suma de la sopa de siglas”, en alusión a los socios de la Frankestein. Es por eso que lo que está en juego en estas elecciones, como en todas, no es ganar, lo que importa es gobernar. Y eso que tienen muy claro Sánchez y su troupe, deberían tenerlo también en el Partido Popular.

Y teniendo en cuenta esta premisa, lo que nadie duda es que en la política de pacto el sanchismo se entregará “sin piedad y con euforia”, en palabras de un destacado ex portavoz parlamentario, a gobernar con comunistas, populistas, independentistas y filoterroristas. Pactos efectivamente indecentes, como los califican ahora con la boca pequeña el propio Sánchez y la mayoría de los barones autonómicos y alcaldes que ven peligrar su poltrona con un escándalo que se suma a la excarcelación de violadores por la ley del “si es si”, el indulto a los golpistas catalanes, la rebaja de las penas por malversación o el escándalo de corrupción del Tito Berni.

«La paradoja es que no hay Gobierno de progreso en el Estado español si los que nos queremos marchar de España no lo sostenemos. Sin independentistas no hay Gobierno de PSOE y Podemos». Son palabras del coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegui, también condenado por terrorismo. El mismo que alardeo de cambiar con Sánchez presos por terrorismo.

Y pactos a los que, por mucho que digan ahora en la campaña, se entregarán sin ningún tipo de escrúpulos García-Page, Lambán, Fernández Vara o Ximo Puig.  Porque la línea roja de no pactar con los asesinos y sus herederos no sólo la ha traspasado Sánchez, sino todo el partido y sus barones que, por acción u omisión, son cómplices de la indecencia, el desprecio a las víctimas del terrorismo y de la degradación moral que su jefe y su gobierno han traído a la política español olvidando que demarcarse de Bildu y ERC exige algo más que declaraciones en la prensa y en los mítines. Ellos y toda la bancada lanar de los grupos socialistas en el Congreso y en el Senado que aplauden, sin vergüenza y sin dignidad.

Lo indecente no es que Bildu lleve terroristas y asesinos condenados en sus listas, lo indecente y aberrante es blanquear y pactar con Bildu. Y eso no se puede tapar con cortinas de humo y regalos desde la tómbola de La Moncloa, ni con renuncias con la boca pequeña en la campaña electoral de los candidatos socialistas mientras han callado como Judas durante cinco años sin moverse.

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