Cuéntame un cuento y veras que contento… Como en la canción de Celtas Cortos, el Gobierno con su presidente al frente se han lanzado a propagar ofertas de fabulaciones disfrazadas de medidas sociales. Porque si dos características tiene sobradamente acreditadas Pedro Sánchez son su capacidad de plagio con sobresaliente cum laude y su reputada capacidad para mentir y desdecirse sin importarle el daño que pueda hacer a su partido, a España y a los españoles, todo ello aderezado con su falta de escrúpulos para conseguir sus ambiciones personales. Cueste lo que cueste y caiga quien caiga.
Y ambas características se dan en estos dos anuncios tan electoralistas como demagógicos sobre la vivienda. Una Ley de Vivienda, hecha a imagen y semejanza de sus socios independentistas y filoterroristas de la Frankestein, y la quimérica, por irrealizable, oferta de sacar al mercado del alquiler 50.000 viviendas del Sareb.
Una Ley de Vivienda intervencionista, que llevaba tres años paralizada en el Consejo de Ministros porque el propio Sánchez y la mayoría del PSOE consideraban contraproducente y contraria a la economía de libre mercado. Una ley que rompe el pacto que asumió con la Comisión Europea para recibir los fondos europeos en el que se comprometió a “impedir que se adopten medidas que puedan obstaculizar la oferta de vivienda a medio plazo” y que no sólo puede destruir el mercado del alquiler sino el sector de la construcción en su totalidad, además de que se olvida y no aborda el gravísimo problema de la ocupación.
Topar el mercado del alquiler sólo va a generar una caída de la oferta y un encarecimiento del mercado como demuestran las experiencias de Nueva York, Berlín o Barcelona. O los resultados de la propia experiencia de este gobierno con la medida de limitar la subida de los alquileres al 2%, aprobada el pasado 1 de abril, y que un año después a generado un descenso de la oferta del 17% y una subida del 8% en el precio de los alquileres. Exactamente el mismo efecto contrario a lo que se pretendía que el de la chapucera ley del “Si es Si”.
El tope de los alquileres en áreas tensionadas, cierto es que favorece en un primer momento a los inquilinos que ya tienen vivienda, pero sobre todo perjudica a todos los que están buscando el alquiler porque el propietario subirá el precio de salida sabiendo que no va a poder elevar el precio en relación al IPC, además de incrementar el precio en las zonas limítrofe a las afectadas por el tope.
Al mismo tiempo, y en lugar de liberar suelo público para aumentar el parque de viviendas como recomiendan la sensatez y los expertos, la propuesta incluida en esta ley por la que se obliga a los promotores a ceder el 20% del suelo a construir para vivienda pública amenaza con generar un caída de la actividad con el consiguiente impacto negativo sobre el crecimiento de la economía y el empleo. Todo ello sin contar que las políticas de vivienda son competencia de las autonomías.
Y si de la Ley de Vivienda pasamos a la promesa de las viviendas del Sareb, el llamado banco malo para los profanos, vemos que es un plagio de la idea inicial del exministro José Luis Ábalos, que Sánchez y el PSOE rechazaron sólo hace tres meses una propuesta similar de sus coaligados de Podemos por perjudicial e inadecuada, y que de las 50.000 viviendas prometidas, 15.000 no están construidas, otras 14.000 ya están habitadas, y las que quedan son inalquilables por su ubicación o situación de deterioro. Pues eso, como dice la sabiduría popular, un pan con unas tortas.
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