¡Vaya año nos espera! Alguien ha defendido que la política es una actividad noble pero parece que es otra manera de calificar a las guerras cainitas. Desde hace meses estamos en una intensa precampaña electoral y las formas y las maneras se han olvidado. Muchos de los protagonistas no pasarían un elemental examen de educación.
El teórico empate técnico que parece que se produce entre las fuerzas progresistas (aparquemos el calificativo de izquierdas) y las conservadoras (como las palabras tenían el significado que les da el diccionario muchas veces se podrían etiquetar de fascistas a algunas formaciones de este bloque) unos y otros utilizan las más bajas armas para conseguir un puñado de votos.
Unos reniegan del juego democrático y niegan el pan y la sal al actual gobierno, calificándolo de ilegítimo y utilizando todas las artimañas para ejercer un poder (el judicial) que no les ha dado las urnas. Reniegan de todos los pactos que otos hagan pero callan cuando son ellos los que los protagonizan. Resucitan conflictos más que superados para descalificar acuerdos con determinados partidos vascos y reniegan que otros utilicen las armas democráticas para ejercer el derecho de autodeterminación. Cuando han mandado las “cloacas del estado” han funcionado a toda máquina y encima venden, una vez más, la promesa de rebajar impuestos, lo que en román paladino significa recortar prestaciones, especialmente las sanitarias o educativas, para desviarlas a empresas privadas.
En el otro lado uno recuerda las promesas incumplidas, especialmente la derogación de la ley mordaza que finalmente hicieron una propuesta de maquillaje que seguía dejando indefensos a los ciudadanos ante las fuerzas policiales, o la mesa de diálogo con los catalanes que desde hace tiempo está de vacaciones. Además, teniendo mayoría parlamentaria para hacerlo, se resisten a aprobar leyes por temor a las fuerzas de la derecha. Como ya advirtió Pablo Iglesias con el pacto de gobierno “nos tendremos que tragar muchos sapos”, pero seguramente no esperaba que fueran tantos. Han usado y abusado para incumplir sus promesas con el miedo de “que viene la derecha”.
Este es un retrato de la frustración de muchos, soy consciente que hay otros, pero para enmascarar esta situación se recurre a los insultos, a las descalificaciones personales, a las mentiras, a interpretaciones más que sesgadas, a retratos catastrofistas e incluso a despreciar una Constitución que dice lo que dice. O sea que lo han convertido todo en un gran circo en el que los medios de comunicación tienen un gran protagonismo para convertirse en altavoces olvidándose muchas veces la máxima que los hechos son sagrados y las opiniones son libres. Además están las redes sociales que son un instrumento de primera mano para difundir bulos que a base de repetirlos se convierten para muchos en sacrosantas verdades. Y esto que aparentemente aún no ha cobrado protagonismo la inteligencia artificial…
No es extraño que muchos confundan la política con la no menos agitada prensa del corazón, las hazañas deportivas o las crónicas de sucesos que tanto morbo despiertan, Por ello la actividad política sigue mereciendo la atención no por el contenido si no por el espectáculo. Y este espectáculo y no unas propuestas que muchos somos conscientes que no se van a cumplir,, convenientemente trabajado, puede dar muchos votos y si el circo da votos, se apuntan al “aquí vale todo”.
¡Que aburrimiento!
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.