Reprochaba la vicepresidenta del Gobierno -ahora ascendida a presidenta segunda por Patxi López- al profesor Ramón Tamames, durante el simulacro de moción de censura de Vox, que no hubiera dedicado “ni una palabra” a su reforma laboral, de la que, en un alarde de narcisismo infantiloide dijo que “hablan todos los organismos y se está discutiendo en las universidades mundiales.” Será porque el ilustre profesor Tamames desconoce, como desconocemos todos cuáles son esas universidades que sólo existen en los felices mundos de Yoli.
Y tanto mejor para ella que el candidato en la moción de censura no quisiera acordarse porque si nos atenemos a los datos de febrero, cuando se cumple un año del segundo mes de aplicación de esa su pseudo reforma, vemos que en febrero de 2023 se han realizado un total de 1.084.802 contratos, lo que supone un 25% menos que en el mismo mes de 2022, consecuencia del deterioro de la actividad.
Pero, además, como refleja el último informe del Gabinete de Estudios de USO, los contratos de duración inferior a una semana suponen en febrero un 35,8% de los contratos temporales que se realizaron, es decir que uno de cada tres contratos temporales, dura menos de siete días. Y esta duración no ha dejado de aumentar, hay más contratos, porcentualmente, de corta duración que antes de la reforma: nueve puntos más que en 2022, y más de once con respecto a 2021.
Asimismo, la duración media de los días contratados se queda en 51,99, son cuatro días menos que la que teníamos en 2021 y seis menos con respecto a 2022. Una contratación de muy corta duración que muestra como en un año de aplicación de la reforma de Yolanda Díaz la duración media de los contratos no crece. Se trabajan menos días de media lo que implica menos estabilidad y más rotación en el empleo. Hay menos contratación temporal, pero la que se realiza es de menor duración.
Como concluye el citado informe de USO “se está troceando el empleo y creando una situación donde tener un contrato indefinido no implica tener un salario que permita llegar a fin de mes” porque una jornada reducida implica un salario reducido. O lo que es lo mismo se está generando un colectivo de trabajadores en riesgo o en situación de pobreza teniendo un contrato indefinido.
Todo ello sin contar que, con las cifras reales no las del SEPE, tenemos más de 4 millones de parados y que los llamados fijos discontinuos que están en período de inactividad es partida la que más crece en términos interanuales con 161.240 personas más. Con el añadido de que hasta en la Unión Europea han comenzado ya a cuestionar los datos oficiales del Gobierno y el último informe de Eurostat estima en más de un millón los desempleados excluiros de las listas del paro por el Ministerio de Trabajo, al tiempo que denuncia que el 40% de los trabajadores a tiempo parcial lo son porque no tienen otra opción a su alcance.
Este es, con datos no con opiniones, el resultado de la política laboral de la ahora elevada a “presidenta segunda” y aspirante a SUMAR bajo su liderazgo a todos los partidos a la izquierda del PSOE. Una superviviente política experta en saltar de partidos en partido y de coalición en coalición para desmoronarlos.
La misma Yolanda vinculada a Izquierda Unida en Galicia que a raíz de la caída de esta formación fue promotora de Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), para integrarse después en la amalgama de En Marea donde acabó traicionando al teórico líder de la coalición, Xosé Manuel Beirás, en palabras del propio dirigente gallego. Y de allí a liderar Galicia en Común para entrar en la política nacional de la mano de Pablo Iglesias y Podemos, a los que ahora vende también para abrazarse a Pedro Sánchez.
Ese sí que es un currículum digno de estudiarse en las Universidades y para aspirar a presidenta, segunda o primera. Porque hechuras tiene como discípula aventajada de su jefe en descaro, ambición, autocracia, tergiversación, enredo y vanidad. Como para fiarse.
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