La calma está lejos de llegar a la banca, pese a los reiterados mensajes pidiendo serenidad de reguladores, supervisores y las propias entidades financieras. Los efectos de las crisis del Silicon Valley Bank (SVB) y de otros bancos en EEUU y de Credit Suisse en Europa todavía colean.
Ahora el mercado apunta al Deutsche Bank: el coste de las coberturas de impago de la deuda (CDS) del mayor banco privado de Alemania se han disparado, y su cotización en Bolsa se ha llegado a desplomar el 15%, aunque luego el descenso ha sido de menos del 9%. El anuncio de la amortización anticipada, el 24 de mayo de 2023, de 1.500 millones$ (1.379 millones€) deuda subordinada de nivel 2 y tipo fijo, con vencimiento en 2020, alimenta la suspicacia de los mercados.
El canciller de Alemania, Olaf Scholz, ha tenido que indicar desde Bruselas que el mayor banco de Alemania es una entidad «rentable» por lo que «no hay razón» para estar preocupados.
Enrique Reina, socio de la consultora financiera Accuracy, admite que «Deutsche Bank lleva tiempo considerado un banco no tan robusto, en particular siempre han existido dudas sobre su negocio de Banca de Inversión». «Un ejemplo paradigmático son las Autocalls, que necesitan modelos de valoración complejos (como Heston Stochastic Volatility Model) y pueden tener oscilaciones de valor debido a esta incertidumbre en la valoración», señala.
«Deutsche Bank presenta ratios de solvencia buenos, pero depende en gran medida de modelos internos, su densidad de activos ponderados por riesgo es peor que la de los bancos españoles (con mayor peso en el cálculo de ratios de solvencia de modelos estandard). Con Basilea IV, estas diferencias se reducirán bastante por el cap al uso de modelos internos. En todo caso, pese a las dudas existentes, la situación actual no parece venir de un contagio financiero real, sino más bien de dos factores: las posiciones especulativas de los bajistas y el sentimiento generalizado de cierto miedo por las noticias recientes sobre bancos, que hacen que el mercado aparque la racionalidad y sobre-reaccione».
«Deutsche no es el próximo Credit Suisse», aseguran Stuart Graham y Leona Li, de la consultora Autonomous, que no creen que haya ningún otro banco europeo en riesgo, pues no existen vulnerabilidades por el lado de la rentabilidad, como en Credit Suisse, ni por el lado de préstamos de alto riesgo, como en el caso de los bancos regionales de Estados Unidos. Además, Deutsche Bank cuenta en estos momentos con unas reservas de efectivo mucho mayores a las que tenía ante de la crisis financiera de 2008, por lo que «las preocupaciones de los inversores parecen estar erradas».
Sin embargo, no solo el Deutsche Bank es castigado en Bolsa, toda la banca europea baja: el danés Sydbank ha sido la entidad que más ha caído, el 10,88%, seguido del escandinavo Nordea, con un 8,54%; el francés Société Générale, del 6,13%; el alemán Commerzbank ha perdido un 5,45%; el francés BNP Parfibas, el 5,37%; el italiano UniCredit, un 4,06%; UBS, el 3,55%. Y también la española: Bankinter ha cerrado la sesión como el valor con peor desempeño, cayendo un 5,38%. Por detrás se han situado BBVA (-4,43%), Banco Sabadell (-4,28%), Unicaja Banco (-4,06%). Santander (-3%) y CaixaBank (-2,95%) han sufrido menos.
BCE: recordatorio de la importancia de la regulación
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha asegurado a los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea que cuenta con todos los instrumentos para proporcionar liquidez al sistema financiero de la zona del euro en caso de que fuese necesario.
Pero insiste en que el sector bancario de la zona del euro es «resistente» porque tiene posiciones «sólidas» de capital y liquidez y es «fuerte» porque se han aplicado a todas las reformas regulatorias acordadas internacionalmente tras la crisis financiera mundial.
No obstante, estos acontecimientos deben servir como recordatorio de lo importante que ha sido mejorar continuamente estos estándares regulatorios. Lagarde emplaza a los líderes a avanzar en la culminación de la Unión Bancaria y a seguir trabajando para crear mercados de capitales «verdaderamente europeos».
Mutualidad de la Abogacía: «más que una crisis, es una pérdida de confianza»
Pedro del Pozo, director de inversiones financieras en Mutualidad de la Abogacía, opina que “más que una crisis bancaria, lo que estamos viendo es una pérdida de confianza en los bancos por una mala gestión en un contexto complicado’’.
“La Reserva Federal considera que luchar contra la inflación sin pasar por una recesión es muy complicado con una inflación muy alta. En ese sentido, parece que vuelve un poco esa racionalidad. Probablemente tengamos que meter a las economías en una fuerte contracción económica para poder contener la inflación. Si la inflación sigue persistente y hay nuevas subidas de tipos que ahora mismo el mercado no termina de contemplar, probablemente veamos más impacto sobre el mercado, tanto en renta fija como en renta variable‘, advierte.
Generali: SVB no es el único con problemas de balance
Giordano Lombardo, CEO y codirector de inversiones en Plenisfer Investments, parte del ecosistema de inversión de Generali Investments, cree que los problemas de balance relacionados con la cartera de bonos no son exclusivos del SVB. «Dejando a un lado el comportamiento imprudente de la dirección de SVB (fracaso total en la gestión del riesgo de tipos de interés) y la increíble falta de supervisión de un banco que tenía cerca de 250.000 millones de dólares en activos, sus problemas de balance relacionados con la cartera de bonos no son exclusivos de él», apunta. Y cita un dato aportado por Nouriel Roubini a la CNN el 12 de marzo: los bancos estadounidenses están sentados sobre «4,62 billones$ de pérdidas no realizadas con sólo 2,2 billones de capital».
«Los acontecimientos actuales son consecuencia directa de la inusual política monetaria de los últimos años. Es un caso extremo de un problema más generalizado: las pérdidas no realizadas en el balance de los bancos debido al aumento repentino de los tipos de interés. En primer lugar, la FED inyectó una cantidad desmesurada de dinero en la economía hasta 2021. Una parte considerable de esta liquidez fue a parar a las arcas de los bancos en forma de MBS -Mortgage Backed Securities; títulos respaldados por hipotecas- y bonos del Tesoro. Entonces, la FED dijo que los tipos de interés ser mantendrían bajos durante mucho tiempo (inflación “temporal”). Cuando cambió de rumbo en 2022 y subió los tipos rápida y drásticamente, algunos bancos se encontraron con importantes pérdidas no realizadas en las carteras de bonos», explica.
Pero este experto descarta que esté en peligro la banca de EEUU. Además de las medidas del Gobierno para frenar las fugas de depósitos, el coeficiente de cobertura de reservas se encuentra por encima del 200% y es superior al de los años 2000. «Esto significa que los bancos están preparados para un posible amento de los préstamos morosos», subraya.
No obstante, con la banca en esta situación es poco probable que el compromiso de la Reserva Federal con la reducción de su balance mediante la venta de los activos comprados para hacer frente a la pandemia «resulte sólido». «Financiar a los bancos mediante medidas de liquidez no es “técnicamente” QE, ya que la Fed no está comprando bonos, pero tiene el mismo efecto, ampliar su balance», advierte.
«Hay demasiada deuda en el sistema, tanto en el sector público como en el privado, y el servicio de esta deuda podría llegar a ser insostenible. Si surge una nueva crisis, será en los sectores que más se beneficiaron de la política de tipos cero del pasado, que son los más expuestos al aumento repentino de los tipos. Cualquier nueva crisis será respondida con la misma medicina: otro respaldo gubernamental, más impresión de dinero y más devaluación de la moneda», avisa Giordano Lombardo.
Schroders: endurecimiento financiero y cautela inversora
Keith Wade, economista jefe y estratega de Schroders, señala que «la quiebra del SVB ha complicado el panorama y provocará cierto endurecimiento de las condiciones financieras y cautela por parte de los inversores». «Esto frenará el crecimiento, pero en este momento no parece ser lo suficientemente sistémico como para causar una contracción del crédito más general y una recesión», precisa.
«Las empresas no se han visto sometidas a presiones financieras para reestructurarse y recortar puestos de trabajo. En consecuencia, la inflación sigue siendo un problema, ya que los costes se han repercutido en los precios al consumo. Desde esta perspectiva, el origen de la resistencia del crecimiento, la inflación y los beneficios empresariales reside en el dinamismo de la demanda subyacente, que se ha mantenido lo suficientemente fuerte como para absorber unos precios más alto», añade.
«La reducción del ahorro de los hogares refleja el uso de los fondos acumulados durante la pandemia, cuando el gasto era limitado. Estimamos que los hogares llegaron al año pasado con un «exceso» de ahorro de 2,4 billones$, basándonos en las tendencias anteriores a la pandemia. Durante 2022 se utilizaron unos 800.000 millones para apoyar el consumo según nuestros cálculos, lo que equivale al descenso de la tasa de ahorro, dejando un exceso de 1,6 billones. La caída del ahorro también puede apreciarse en el fuerte descenso de la medida M2 de la oferta monetaria, ya que los hogares retiraron sus depósitos bancarios. Sobre esta base, podríamos argumentar que la fuente de la resistencia de los consumidores reside en el «exceso» de ahorro no gastado de la pandemia y, como mayor componente del PIB, esto explica gran parte de la fortaleza general de la economía», argumenta.
«Esperamos que el exceso de ahorro se agote a un ritmo similar al de 2022 y, en consecuencia, veríamos otro año en el que los hogares mantienen su tasa de ahorro por debajo de lo normal», razona. «En consecuencia, el consumo en 2023 dependerá totalmente del crecimiento de la renta real», y un crecimiento del consumo del 1% «representaría una considerable ralentización de la demanda, que presionaría sobre el poder de fijación de precios de las empresas y reduciría los márgenes de beneficios y los flujos de caja. Las empresas reaccionarían recortando puestos de trabajo, con el consiguiente aumento del desempleo. Esto, a su vez, repercutiría en una ralentización del consumo, ya que los hogares se volverían más precavidos».
«Los tipos de interés más altos están funcionando para frenar la economía, pero, como siempre, tardan en repercutir en el comportamiento económico. Un ejemplo de ello es el sector inmobiliario», destaca el experto de Schroders. «La recesión se retrasa más que evitarse. Si la demanda de los consumidores se enfría como se prevé, es probable que esto ocurra en la segunda mitad del año, si no más tarde», concluye.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.