Miró de soslayo, fuese y no hubo nada. Sirva esta frase cervantina para definir todo lo que fue la farsa de la moción de censura. Todo sucedió como estaba previsto en el guión de la tragicomedia. La protagonizada por Calixto Abascal y Melibea Sánchez, aderezada con el estrambote de la puesta de largo de Yolanda Díaz, con Núñez Feijóo como convidado de piedra y Ramón Tamames de artista invitado.
Un invitado de excepción que más que el discurso de un candidato se regaló una conferencia académica en la que se dedicó a desenmascarar a Pedro Sánchez, enfrentándole ante la realidad de sus contradicciones, sus mentiras, su autocracia y los desastres de una gestión que han reducido España a la condición de una democracia secuestrada por el asalto gubernamental a la separación de poderes –“Montesquieu es un invitado molesto”, le espetó-, y por convertirse en rehén de sus socios de la Frankestein, los golpistas catalanes a los que indulta y rebaja las condenas por malversación, y ese EH Bildu herederos políticos de los pistoleros de ETA, con los que dijo que nunca llegaría a pactar y cuyo blanqueamiento es una traición dignidad y el respeto a la memoria de Fernando Múgica, Ernest Lluch y tantos socialistas asesinados por los terroristas. En definitiva, a vender España y al PSOE sólo para mantenerse en el poder.
Contradicciones que le han llevado también a definirse como el presidente del gobierno más feminista de la historia cuando en realidad es el gobierno de la historia que mayor daño ha hecho al feminismo con la aberrante ley del “sí es sí” que ha dejado en la calle a más de 70 violadores y pederastas y rebajado la condena a más de 700, sin haberse dignado todavía a pedir perdón o interesarse por las víctimas. Eso, además de por la disparatada “ley trans”, que rebaja la condición de mujer a una mera cuestión administrativa.
Pero el mayor espejo ante el que el profesor Ramón Tamames puso a Pedro Sánchez, fue el esperpéntico espejo cóncavo de su gestión económica social, que ha llevado a España a ser el único país de la Unión Europea que todavía no ha recuperado el PIB anterior a la pandemia del COVID, a ser el líder el desempleo de los veintisiete, duplicando la media de la Unión, y el campeón en paro juvenil, a rebajar el poder adquisitivo de los salarios de los españoles a niveles de 1996, a tener una deuda pública que supera el 116,1% del PIB, la cuarta mayor de todos los países de la UE, a someter a los españoles a un esfuerzo fiscal que es un 53% superior a la media de nuestros socios europeos, mientras que la productividad de la economía española ha caído un 10,5% desde 1995, frente al crecimiento del 4,5% en el conjunto de la UE. Además de llevar a 12,1 millones de españoles, el 26,1% de la población, a estar en riesgo pobreza y exclusión social.
Realidades ante las que el presidente censurado respondió con un discurso soporífero, aburrido y plagado de autocomplacencia y falsedades. Él, y su ahora monaguilla Yolanda Díaz, que tuvo la osadía de afirmar que la reforma laboral del PP subió el desempleo a seis millones de parados cuando la realidad es que esos seis millones fueron causa y efecto de las políticas económicas del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que la reforma liderada por la entonces ministra de Empleo, Fátima Báñez, permitió crear medio millón de puestos de trabajo anuales entre 2013 y 2018, y que su impacto positivo ha tenido el reconocimiento expreso de la Comisión Europea.
Engaños o inexactitudes como las de su jefe al negar el sobredimensionamiento del sector público en España cuando el Círculo de Empresarios y el Instituto de Estudios Económicos han estimado entre 49.000 y 60.000 millones de euros de gasto ineficiente y la OCDE sitúa a España como el país con mayor crecimiento del gasto público alcanzado el 50,6% del PIB. Asegurando que su gobierno ha aprobado una reforma de las pensiones sin recortes cuando supone una pérdida de contribuciones por la que los trabajadores pagarán más sin ver aumentada su pensión, además que tanto trabajadores como empresarios verán recortados sus ingresos por la subida de cotizaciones sociales. O erigirse en adalid de la creación de empleo cuando los datos de febrero de 2023 muestran que tenemos más de 4 millones de parados, contando las personas registradas en el SEPE y que no están ocupadas, además de un crecimiento interanual de 161.240 personas en el apartado de fijos-discontinuos mientras los contratos realizados son un 25% menos que en el mismo mes de 2022.
Son sólo algunas pinceladas que dejó esta tragicomedia que alejó aún más al Parlamento de los problemas y las necesidades reales de los españoles y que consolidó una vez más a Vox como el mejor aliado del sanchismo, arrojando un salvavidas al Gobierno para permitirle salir a flote, al menos de momento, cuando más hundido estaba en las encuestas, dividido internamente y desprestigiado socialmente. Con enemigos así, para qué necesita a los amigos.
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