Pongamos que un día cualquiera se cruza en nuestro camino una liebre y emprendemos ruta hacia una nueva vida tras el rastro de sus largas orejas. A la espera de las primeras nieves, con noviembre detenido en un sol de otoño al otro lado del cristal, esta es la fábula que les propongo. El año de la liebre. Un bonito cuento para adultos, Cándido en Finlandia, Voltaire cuasiártico, a medio camino entre Disney y Kaurismäki, relato de carretera y viaje iniciático, Buster Keaton y la liebre. Y un autor venido del frío: Arto Paasilinna, escasamente conocido aquí, celebérrimo allí.
El año de la liebre nos devuelve ese placer infantil de la lectura, esa excitación de la peripecia inminente, esas ganas de irnos con el protagonista de acá para allá; es esta una novela de aventuras y de inmensas ternuras. Un adulto de existencia hastiada cura de sus heridas a un lebrato y se va con él en busca de nuevos horizontes. Viajarán ambos por toda Finlandia y hasta pisarán territorio soviético a la caza de un oso. Y en su periplo hallarán toda suerte de personajes detestables o dignos de amor o compasión o, simplemente, tan locos como suelen estarlo los seres humanos. La liebre y el hombre continuarán una y otra vez hacia adelante, sin importarles lo más mínimo los convencionalismos sociales. La liebre y el hombre han optado por la pureza de una vida sin más obligación que la libertad de vivir.
Una fábula bellísima, una novela (recurramos al tópico) que se disfruta de principio a final, una gran novela. ¿Exagero? No creo. Aunque a lo mejor también es que a mí me caen simpáticas las liebres y que ya me gustaría ir con una liebre en el bolsillo por la vida.
Pero más allá de mi confesa predilección por las liebres, créanme, esta novela se lo hará pasar muy bien. Y eso es mucho en los tiempos que corren. Qué caramba.
El año de la liebre contiene las dosis justas de poesía, un cierto tono de dibujo animado o cómic, el dibujo naif adecuado para la farsa, la caricatura conveniente. Ha sido para mí un grandísimo descubrimiento. Y quería contárselo a ustedes.
Tras tanta presunta gran novela americana y tanta gamberrada en español con ínfulas exageradas reconforta encontrar literatura de verdad, el sereno humo de la verdadera literatura.
Arto Paasilinna tiene cara de buen tipo, orondo y con ese peinado feo tan característico de los finlandeses (vean las pelis de Kaurismäki, insisto), y en la foto se lo imagina uno perfectamente llevando de la mano a su propia liebre. Un autor al que, debidamente, seguiré rastreando.
El año de la liebre. Arto Paasilinna. Anagrama. 192 páginas.
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