Corea del Sur, 1980. Tras el asesinato del presidente Park, el Ejército vuelve a hacerse con el poder. Corea del Norte lo ve como una oportunidad para una invasión futura y envía a uno de sus espías. Dos altos cargos de la seguridad surcoreana tienen la misión de perseguir al infiltrado. Así comienza una terrible carrera contrarreloj.

La situación de las dos Coreas está al borde de la implosión y los dos agentes, en el transcurso de su investigación, sacarán a la luz secretos que amenazan con cambiar el curso de la historia del país.

El resumen del argumento no hace justicia a ‘Huntaka’ (título original de ‘Hunt. Caza al espía’), película de 125 minutos dirigida por Lee Jung-jae, con música de Cho Young Wuk, y fotografía de Lee Mo-gae, y protagonizada por el propio Lee Jung-jae, Jung Woo-sung, Heo Sung-tae, Jeon Hye-jin, Jeong Man-shik, Go Youn-jung, Andreas Fronk, Go Yoon-Jung, Derek Chouinard, Kim Jong-soo, Joe Nowell.

La película triunfó en los festivales de Cannes y de Sitges. Se trata de un ‘thriller’ violento, donde, como se decía de algunas obras de teatro, muere hasta el apuntador. El problema es que el conflicto entre las dos Corea parece lejano al espectador, que no termina de implicarse en esas dinámicas de gato y ratón, tan típicas de las películas sobre espías.

Al que le gusten las escenas de acción, disfrutará con ‘Hunt’, que tiene también un uso magistral de la música y de la fotografía. Pero básicamente es una película cuyo protagonista principal son las balas. Un espectáculo, con giros rápidos y abundantes, alguna pausa en una vertiginosa sucesión de secuencias de acción, y en el que falta profundidad en los personajes y sobre todo coherencia narrativa. Y sobran pistas falsas, que convierten la historia en un lío inmanejable.

La lección que uno extrae de ‘Hunt’ es que no hay buenos y malos, porque en ese mundo todos salen mal parados.