“La respuesta es no. ¿Cuál es la pregunta?” Esta frase que en un momento determinado -cuando habían ruedas de prensa con preguntas – era habitual entre los periodistas ante una práctica no menos habitual del “preguntame lo que quieras que responderé lo que me dé la gana”.

Viene esto a colación delante de la actitud de algunos partidos que están en eterna precampaña electoral y su estrategia, ante cualquier iniciativa de los equipos de gobierno, es oponerse, después vendrá la tarea de buscar razones para justificar su oposición. De lo que se trata es desgastar al gobierno con todos los medios y si, además, las encuestas les sonríen se envalentonan más.

Cuando los oyes parece que tengan el bálsamo de Ferabrás que soluciona todos los males, pero ni en política ni el la vida no acostumbran a existir  soluciones milagrosas, sin embargo sí que existen los engaños y las mentiras. Ahora algunos vuelven a proponer rebajar los impuestos, pero pocos recuerdan que esta misma promesa la hizo Mariano Rajoy cuando luchaba para irse a vivir a La Moncloa y una vez estuvo instalado aumentó la fiscalidad como nadie lo había hecho antes.

Un gobernante emérito comentaba que a la hora de hacer balance de su gestión se preguntaba si dejaba el país mejor de como lo encontró. Esta pregunta también se la podrían hacer los dirigentes de los políticos. Algunas formaciones de la oposición tendrían dificultades en responder afirmativamente si su actuación había sido útil para la ciudadanía o si la crispación y la demagogia que creaban sólo tenía efectos electoralistas cuyo beneficiario no era precisamente la sociedad.

Con estas premisas se hace difícil imaginarse que actuación tendrían en caso de lograr llegar al gobierno  por qué la política del “no a todo” sirve para destruir, pero con ella no se construye nada. Sin embargo es lo que hay y hay gente que se lo compra…