En tiempos que están ganando por goleada los que propician que esta actividad se convierta en un circo, con demagogia, mentiras y crispación, adornado por gritos, descalificaciones, insultos para dicha de los tertulianos y con el grave problema que con su populismo no pocas veces llegan al poder con sus esperpénticas propuestas-

Copio no sólo el título si no la filosofía del artículo que el pasado domingo publicó el escritor y político hispano británico John Carlin en el que reclama “políticos aburridos”, gente preparada que con proyectos realistas y no con propuestas descabelladas gestionen con sentido común la cosa pública. Personajes grises que no necesiten hacer el payaso para gobernar, que sean capaces de gobernar y que sus decisiones sean entendidas por una gran parte de la población.

El escritor hispano británico se muestra harto -como muchos – de que personajes como Donald Trump Boris Johnson, (a Liz Truss no le ha dado tiempo de hacer mayores maldades), Putin, Bolsonaro, Erdogan, el trio Meloni, Barlusconi, Salvini… sean con sus formas histriónicas, su megalomanía y sus decisiones absurdas los que controlen el mundo y condiciones nuestras vidas. Imitadores los tienen en otros países y con no pocos seguidores. Señalo a Le Pen en Francia o Abascal y Arrimadas en España.

Todos ellos, con sus numerosos votos han sido capaces de desestabilizar no sólo su país si no el mundo entero, por ello, aunque suene utópico, uno sueña con políticos aburridos que confronten sus debates en la aburrida discusión del reparto de las partidas de los presupuestos o no menos tediosos debates legislativos. Políticos que midieran las consecuencias de sus acciones no sólo a corto si no a medio plazo. Sería mucho menos espectacular y divertido pero seguramente más efectivo. Pero tal como estamos, donde la locuacidad y el esperpento parece que atrae a muchos votantes, difícilmente un señor gris, con grandes conocimientos pero sin una brillante oratoria, puede aspirar a gran cosa.

Curiosamente en este circo ha sido un cómico profesional que dejó su actividad para saltar a la política, como es el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, quien pone un poco de sentido común en este esperpento, aunque tenga que torear con un drama.