Un viejo militante en las épocas de la lucha contra el franquismo rechazaba tener cualquier tipo de arma. Hacía una pregunta retórica ante unos impulsivos jóvenes: “Si llevas una pistola es que en algún momento estés dispuesto a usarla y vosotros ¿estais dispuesto a usarla?

Recuerdo esta anécdota oyendo una tertulia de “Salvados” en la Sexta un ex dirigente de VOX, concretamente Fernando Moya, recordó que “Santiago Absacal es un señor que lleva pistola” y aseguró que en un determinado momento le hablaron de autodefensa porque “la situación se pondría muy mal, que nos podían agredir y que lo mejor era que tuviéramos armas”.

A muchos los actos de este partido nos ponen los pelos de punta, no sólo rezuman odio contra todos aquellos que no son de su cuerda si no que a muchos, por su vestimenta, por sus actos y por sus discursos no dudamos en etiquetarlos de fascistas.

Las banderas anticonstitucionales están presentes en sus actos ante la pasividad de las fuerzas policiales, los insultos están al pan de cada día e incluso no es extraño que se produzcan agresiones. Están creando, en nombre de un muy peculiar concepto de España, un clima similar a los días previos a la guerra civil. No sé si la ley de partidos permite estas actitudes, pero si que hace temblar que además de bates, palos o navajas los simpatizantes de estos partidos se les invite a dar un paso más e ir armados.

Como se sabe la violencia se sabe como empieza, pero una vez iniciada crea una dinámica muy difícil de cortar. Una cosa es defender una ideología concreta (por muy odiosa que sea para muchos) y otra muy diferente es qué medios utilizan para imponerla, y los hechos parecen que sus opciones para conseguirlo no pasan precisamente por las urnas.