¡Habemus presupuestos! Precedidos de la comedia habitual del desencuentro entre los socios de la coalición de gobierno para luego reeditar la escenificación del abrazo de Vergara entre Sánchez y Yolanda Díaz, para humillación y escarnio de Podemos, el gobierno anunció el alumbramiento de un proyecto de cuentas del Estado para 2023 que, lejos de ser las más sociales de la historia como ellos pregonan, son electoralistas, insolidarios, engañosos, nocivos para la reducción del déficit y la deuda, perjudiciales para el crecimiento y utópicos e irrealizables en sus previsiones. Como acertadamente definía el diplomático y ex embajador Inocencio Arias, “una carta a los Reyes Magos sin tener dinero para comprar los juguetes”.
Lejos de ser las cuentas que necesita el país para recuperar el pulso de la economía y de aliviar el atraco fiscal con que el gobierno castiga a los contribuyentes españoles, el proyecto del Gobierno incide en su política de limosnas y subsidios para intentar comprar votos en su intento de dar la vuelta a las encuestas. Que no otra cosa sino limosnas son ese ese cheque para madres o la prolongación de los bonos gratuitos de Renfe. Medidas que lejos de favorecer a los más desfavorecidos son generalizadas y afectan igual a las madres de familias en paro o con el salario mínimo que a Ana Botín, por poner un ejemplo significativo.
Y lo mismo ocurre con la subida del sueldo de los funcionarios que si se aplican las variables contempladas puede llegar hasta el 5,9%, o con el aumento de las pensiones que podría estar entre el 7 y 8% con un coste de 17.000 millones de euros para las arcas del Estado. Medidas que, además de estar descaradamente dirigidas a pescar en dos de los mayores caladeros de votos de la sociedad, son además insolidarias porque afectan por igual a las pensiones y salarios más bajos como a los más altos, además de que suponen una discriminación con respecto a los trabajadores del sector privado a los que se exige moderación mientras se les encarecen los precios al consumo, las hipotecas y se les suben los impuestos.
Porque entre las medidas fiscales más relevantes que acompañarán a los Presupuestos figura la subida de un punto, hasta el 27%, la tributación de las rentas del capital en el IRPF superiores a 200.000 euros, y para las plusvalías superiores a 300.000 euros, se elevará hasta el 28%, dos puntos más, mientras que la rebaja en este impuesto sólo afecta a las rentas por debajo de 21.000 euros, lo que excluye a las clases medias y trabajadores para las que tanto dice trabajar Sánchez pero, vistas sus propuestas y actuaciones, trabaja sólo para hundirlas. Y por lo que respecta al IVA, la rebaja del tipo del 10% al 4% sólo afecta a los productos de higiene femenina, a los preservativos y los anticonceptivos no medicinales, productos que para el Gobierno deben ser más importantes que los alimentos básicos, las medicinas o los libros de texto.
Y todo esto sólo unos días después de que la ministra María Jesús Montero nos anunciara un nuevo récord en la recaudación impositiva que, con datos del Informe de Ejecución Presupuestaria, creció un 45% durante el mes de agosto por la inflación que eleva los ingresos totales de Hacienda a 26.930 millones de euros, un 19% más que un año antes. De esta cifra total 10.765 millones corresponden al aumento de la recaudación por IRPF, que el gobierno se niega a deflactar.
Y para muestra un dato, mientras que la previsión de subida de los impuestos se estima en un 8% para el año próximo el gobierno rebaja el crecimiento de la economía a sólo el 2,1%, previsión más que utópica irrealizable, teniendo en cuenta los antecedentes y cuando todos los analistas y servicios de estudio hablan de un crecimiento del 1% como máximo.
Eso sí, nada de recorte de gasto en los ministerios inservibles con ministros incapaces, o de reducir el número de asesores. Con la amenaza de una recesión en puertas el gobierno sólo incluye reducciones de gasto en las prestaciones por desempleo argumentado por su convencimiento de que el paro va a caer hasta el 12,2% el año próximo, cuando llevamos cinco meses consecutivos de desaceleración en la creación de puestos de trabajo, los 17.679 desempleados más convierten el último mes en el peor septiembre desde 2018, y todos los indicios sobre la evolución de la economía apuntan a un fuerte crecimiento del desempleo a partir del primer trimestre del ejercicio venidero.
Y si a ello añadimos que el gobierno no ha incluido en las cuentas de gasto los cerca de 14.000 millones de euros aprobados en subvenciones e incentivos aprobados este año como la bonificación de 20 céntimos en el litro de combustible a las reducciones en los recibos de la luz o en el IVA del gas, pues eso, que estamos ante unos presupuestos que lejos de ser las cuentas que necesita España son las cuentas que necesita Pedro Sánchez para intentar dar la vuelta a las encuestas.
Y esto con un presidente, Pedro Sánchez, y un gobierno que carentes de soluciones y de sentido del Estado se autocalifican como los más sociales de la historia. Como dice sabiamente el refranero “dime de qué presumes y te diré de qué careces”
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