La encerrona del debate

31/08/2022

José María Triper.

Fortalecido por el espaldarazo de Scholz en Alemania y animado por el giro de Macron respecto al gasoducto MidCat, Pedro Sánchez ha vuelto a demostrar esa habilidad política para el subterfugio y el enredo, inherente a su instinto de supervivencia, para reconvertir el debate sobre la economía y el estado general de España, que pretendía Núñez Feijóo en el Senado, en una comparecencia para explicar el plan de ahorro energético validado en el Congreso con el apoyo de los Frankestein, en la que contará con la ayuda inestimable del reglamento de la Cámara Alta que, en su artículo 66 limita la réplica de los portavoces de los grupos parlamentarios, posterior a la información proporcionada por el Gobierno, a sólo siete minutos, más otros siete minutos de dúplica o réplica, similares a los que también dispondrá Sánchez, quien tendrá además la última palabra.

Unas limitaciones reglamentarias y un cambio en el sentido del debate parlamentario que, una vez más en lo que llevamos de legislatura, convertirá el pretendido cara a cara entre el Presidente del Gobierno y el líder de la oposición en una caricatura dialéctica alejada del debate social y de las preocupaciones reales de los ciudadanos.

Con los precios de la electricidad en máximos históricos, la inutilidad demostrada del tope del gas para reducir las tarifas de la luz que era lo que nos habían vendido, la inflación subyacente que es la que afecta a los productos básicos disparada hasta el 6,4%, la fuerte subida del paro que se espera para el último trimestre  -Yolanda Díaz ya ha adelantado que el desempleo crecerá en agosto-, el deterioro en  rentabilidad y la competitividad de las empresas, el cierre de negocios entre los autónomos asfixiados por los impuestos y los precios y con la amenaza de un otoño caliente alentada por la propia vicepresidenta del Gobierno, todo apunta que las maniobras de La Moncloa conseguirán que la discusión en el Senado se limite a un panegírico de Sánchez sobre los límites a la temperatura en los espacios públicos, las subvenciones al transporte y la necedad de la corbata.

Nada de propuestas, soluciones o medidas. Sólo la propaganda y demagogia acostumbradas, además de los consabidos improperios y descalificaciones a la oposición y, por supuesto, cualquier parecido con ese debate profundo, sereno y sosegado que pedía Feijóo. Y que necesita imperiosamente el conjunto de los españoles. Como tampoco servirá para que Sánchez explique su inexplicado y sorprendente cambio de postura sobre el Sahara Occidental, o la posible relación entre ese acercamiento a Marruecos y la información “robada” del en esos dos gigas del teléfono móvil del jefe del Gobierno en el caso Pegasus, que nos ha costado 30 millones de euros para sufragar los gastos de la vigilancia de fronteras y una crisis diplomática con Argelia, nuestro principal suministrador de gas en plena crisis energética.

Todo apunta a que Núñez Feijóo y el Partido Popular, por precipitación o inexperiencia y animados por los resultados que apuntan las encuestas, han dado a Sánchez la oportunidad de devolverles la encerrona que ellos esperaban tender al Presidente. Ni el escenario ni el momento eran los idóneos para ese cara a cara entre los líderes. Cualquier estratega medianamente avezado habría retrasado el cara a cara al desarrollo del curso político y una mayor cercanía de las elecciones municipales y autonómicas, que serán clave para el resultado de las generales, además de buscar un escenario con menos limitaciones formales y reglamentarias.

Desde las propias filas populares, hay voces que empiezan a alertar acerca de que el partido ha entrado en una fase “confusa por el desconocimiento del equipo de Feijóo de Madrid en la comunicación y un exceso de gente recién llegados a la Corte”, además de por disponer de un equipo corto y sin especialistas. Y es cierto que las circunstancias juegan a su favor, que la economía de las familias y particulares es determinante en el resultado electoral y en este caso pintan bastos para sanchismo gobernante. Pero también lo es que con este escenario favorable más que acertar lo fundamental es no cometer errores y pensar que las elecciones se ganan en las urnas y no en la demoscopia.

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