.-diarioabierto.es: Los responsables políticos y empresariales hablan de flexibilidad laboral para solventar el problema del desempleo. ¿Cómo es posible construir una relación de confianza y el compromiso en un entorno donde la empresa no adquiere un compromiso mayor?
Cuando hablamos de flexibilidad a veces, en especial los Sindicatos lo interpretan como despido libre, pero se trata de un concepto mucho más amplio. Asunto: confianza y compromiso es un libro que nos da la clave: no se trata sólo de la flexibilidad del trabajador, sino también de la empresa; es decir, lo que debe ser flexible es el sistema empresa/trabajador. No es que uno u otro se vayan a aprovechar, es una necesidad esencial del mundo actual. Porque las circunstancias del entorno están cambiando continuamente y no es posible mantener un sistema inamovible ante el cambio.
Esto sorprende, claro, porque venimos de una cultura donde lo importante es tener una empresa sólida, segura, estática, fuerte… Cuando lo que se precisa hoy día es una empresa que se esté renovando continuamente. En mi primer libro ya dije que “la organización no existe, lo que existe es organizarse de continuo”, lo que exige flexibilidad, incluso para aprender, también sobre la marcha, realizando nuevas tareas que no están en el perfil de competencias del puesto laboral. Muchas veces los sindicatos alegan que el trabajador no puede realizar una tarea que no se corresponde con su perfil profesional y con el salario, pues tiene mucho más valor. No se tiene en cuenta que mientras el trabajador aprenda, está ganando empleabilidad y se capitaliza como profesional. Es una inversión personal y cada profesional debe elegir hacerla o no.
Y la empresa también debe ser flexible con respecto al trabajador: horarios, tipos de constratos, etc. No puede haber una rigidez porque los sistemas son cada vez más abiertos. Así, la formación y el desarrollo profesional del trabajador exige algo que yo siempre he propugnado: la rotación de puestos de trabajo.
Recuerdo la crisis del petróleo de 1973, pues hice mi tesis doctoral en los 80 sobre la crisis del sistema financiero español. Entre el año 73 y 81 desaparecieron 51 entidades financieras en España, entre bancos y cajas. Nos olvidamos de la historia. En los 80, la banca hizo una gran inversión en tecnología y a algunos de mis clientes del sector me llamaron para que reconvertir al 30% del personal administrativo sobrante, a causa de la tecnología, en comerciales que saliesen a la calle a vender.
Para gente con 20 o 30 años trabajando de administrativos, detrás de una mesa, eso es dificilísimo. Su primera objeción era “Yo no sé vender”. A lo que yo argumentaba: “No te preocupes, para eso estoy aquí, ¡yo te enseñaré!”. Pero la segunda objeción era peor: “No, es que a mí no me gusta vender”. Y yo les decía: “Puede ocurrir que no te guste porque no lo conoces bien, porque no sabes… yo te ayudaré a que te guste”. La tercera objeción era: “Yo es que no puedo vender. Me lo han dicho muchas veces en casa. Me dicen que cuando miento me pongo tan colorado…”.
En definitiva, para esa persona vender era mentir, manipular, engañar… ¿Y eso qué es? : un paradigma. ¡Estamos llenos de paradigmas que nos impiden avanzar!, esquemas mentales previos, prejuicios, que condicionan cómo ves la realidad en cada momento. De ahí que tengamos que trabajar el cambio de hábitos y de paradigmas, porque si no estaremos viendo realidades que son del pasado y no las oportunidades que se nos ofrecen desde el presente.
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