Una democracia ejem…

06/05/2022

Josep M. Orta.

No se si muchos españoles coinciden con la machacona letanía de que España “es una democracia ejemplar”. O acaso muchos ciudadanos ya se han acostumbrado a un país que vive de escándalo en escándalo y tiro por que me toca. Y el hábito, ya se sabe, se convierte en indiferencia ante la impotencia de la situación.

Ahora el caso del espionaje cuya gestión por parte del Gobierno es un ejemplo de una gran chapuza. Primero negaron el “catalangate”, luego lo justificaron, después hablaron de autorización judicial, se añadió la justificación de las intervenciones telefónicas a políticos, abogados y periodistas en nombre de la unidad de España, hablaron de posibles “policías patrióticos” en el seno de las instituciones y finalmente reconocieron que un posible enemigo exterior pudo pinchar los teléfonos del presidente del Gobierno y algunos ministros dejando a los pies de los caballos por su inefectividad a un CNI incapaces de garantizar las comunicaciones del mismo gobierno. Quisieron tapar un problema y han creado mil.

Pero esto no es un caso aislado, vivimos en un país donde los casos de corrupción en el mundo de la política están a la orden del día y afectan a casi todos los partidos e incluso a la monarquía. Y esta corrupción se extiende a no pocas empresas que con su ingeniería financiara consiguen de una u otra forma, en paraísos fiscales u otros mecanismos, defraudar a Hacienda, donde la cúpula judicial está seriamente cuestionada por no pocos sectores y las palabras de su imparcialidad que sus órganos directivos proclaman tienen una credibilidad más que limitada.

La actividad política del Congreso parece más dirigida a ganar las próximas elecciones mediante espectáculos poco edificantes que a tratar de solucionar los problemas del país. Que el racismo impera en no pocos sectores de la sociedad española y de los cuerpos policiales, como ejemplo el trato que se da a los refugiados ucranianos que contrasta con el que reciben los magrebies que tratan de entrar en España, por no hablar de los atestados policiales con carta de credibilidad… Que con frecuencia viene acompañado de un cooperativismo democráticamente poco ejemplar.

Además está que no pocas empresas olvidan su papel social (como las cajas de ahorros o la gran banca) dejando grandes sectores de la sociedad sin servicio al cerrar sus oficinas, sin olvidar el almacen de pisos vacíos que han ido acumulando. Por no hablar de las empresas energéticas…

Podríamos seguir, pero este panorama propicia que sean muy pocos los que no estén decepcionados por como funciona este país y que se resignen a esperar que salte el próximo escándalo con el convencimiento de que aquí tampoco pasará nada.

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