José María Roldán deja la presidencia de la Asociación Española de Banca (AEB) después de ocho agitados años, entre los coletazos de la crisis financiera internacional de 2007-8, el Gobierno de coalición PSOE-Podemos, la pandemia y la invasión de Ucrania por Rusia.
Su estreno provocó una absurda polémica sobre las puertas giratorias con el entonces secretario de Estado de Economía, Luis de Guindos. José María Roldán había dejado de ser director general de Regulación del Banco de España cuando fue fichado para presidir la patronal bancaria. Nadie habló de puertas giratorias cuando Miguel Martín, exsubgobernador del Banco de España, llegó a la AEB antes que Roldán.
Que procedía del Banco de España quedó patente en su primera gran intervención pública, el curso de la Asociación de Periodistas de Información Económica (Apie) en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander. Muy preparada, técnica, y con pocos titulares. «Habla como un supervisor», contesté cuando me preguntaron qué me pareció el estreno de Roldán.
Es curiosa la evolución de la AEB. Su primer presidente, Rafael Termes, era consejero delegado del Popular, fue nombrado como candidato ‘neutral’, ajeno a los grandes bancos (entonces Banesto y Central) y por el interés del presidente de su entidad, Luis Valls, de desprenderse del que podía competir por su puesto. Miembro del Opus, abordó su mandato como una misión cuasi religiosa, misionera, evangelizadora. Gran polemista, se las tuvo tiesas con todos los que no comulgaban con sus ideas. Recuerdo las discusiones con Josep Borrell, entonces secretario de Estado de Hacienda, o con Carlos Solchaga, el ministro de Economía. Pero era una máquina de fabricación de titulares: cualquier intervención de Termes era siempre noticia.
Tras Termes, llegó José Luis Leal, exministro con UCD, y un perfil totalmente opuesto: sosegado, tranquilo, poco amante del ruido mediático. Nombrado por el Banco de Bilbao, del que era asesor económico, convirtió la AEB en algo parecido a un lobby, huyendo de las polémicas. Leal era la tranquilidad personificada, pero dejaba pocos titulares. Todo lo contrario que su antecesor.
Miguel Martín, que en el Banco de España tuvo un papel decisivo en la intervención del Banesto de Mario Conde, llega a la AEB y recupera, con su propio estilo, la máquina de titulares de Termes, pero sin perder el estilo dialogante de Leal y la misión de lobby, discreta pero eficaz. Considerado como un hombre próximo a las cajas de ahorro, el que4 fuera subgobernador del Banco de España supo combinar muy bien los dos estilos de presidencia de la AEB que heredó y aportar su propia huella. Sus intervenciones, sin llegar al estilo Termes, eran esperadas porque garantizaban titulares y noticias.
Una de las más logradas fue la creación del Fondo de Reestructuración Ordenada de la Banca, el Frob. «¿Ordenada por quién?», replicaba un mordaz Miguel Martín en el curso de la Apie en Santander.
Y llegó Roldán, que también procedía del Banco de España y que, a diferencia de Miguel Martín, que nunca tuvo problemas en llamar a las cosas por su nombre, hablaba como un supervisor. Parecía que seguía estando en el Banco de España.
La AEB se consolidó como un lobby, se orientó claramente hacia Bruselas y hacia Frankfurt (sede del Banco Central Europeo), para tratar de frenar el tsumami regulatorio generado por los abusos que dieron lugar a la crisis financiera internacional, sin olvidar el frente nacional. Las discretas pero eficaces gestiones de Roldán frenaron en seco los planes del Gobierno de un impuesto a la banca para financiar el ‘rescate’.
Roldán puso énfasis en la educación financiera, en la sostenibilidad, en el cambio climático, con un papel mucho más técnico que mediático. Se incrementó la colaboración con la Ceca, la AEB de las cajas de ahorro, con continuas especulaciones sobre una fusión que nunca se materializó. Y sacó mucho partido a la Fundación AEB y a iniciativas como las charlas de voluntarios de los bancos en los colegios o los cursos de digitalización para mayores.
Sin rehuir las cuestiones polémicas, el presidente de la AEB adoptaba un perfil técnico, más propio de lobby. Incluso reconocía errores, como no haber detectado el problema de la mala asistencia a los mayores en las sucursales, paar lo que hubiera bastado darse una vuelta por cualquiera de ellas.
Roldán demostró, en la recepción del título de socio de honor de la Apie, que el que comenzó su mandato hablando como un supervisor lo terminaba casi como un periodista. Algo que quedó ratificado en su despedida, cuando recordaba el consejo que le dio su antecesor: «haz las cosas de manera distinta y a un ritmo diferente». Lo transmite a su sucesora, Alejandra Kindelán, con una recomendación adicional: «Prepárate para lo inesperado». Porque «los cisnes negros que se producían una vez cada 100 años, ahora parece que se producen cada dos años o cada uno».
En su último encuentro con los medios de comunicación como presidente de la AEB, apenas dio pistas sobre su futuro: «seguiré trabajando en mi especialidad, que es la regulación bancaria».
Ahora llega la primera mujer al frente de la AEB. Nombrada por el insistente interés de la presidenta del Santander, Ana Botín, Alejandra Kindelán es responsable del Servicio de Estudios, Public Policy y Relaciones Institucionales del grupo.
Ya ha dejado pistas de cómo será su mandato: trabajará «en todos los ámbitos y con todas las herramientas» a su disposición «para acercar cada vez más la banca a la sociedad», para que sea capaz de «acompañar a la economía» y ser «esencial para la prosperidad de empresas y familias», avanzar en la transformación digital «sin dejar a nadie atrás», jugar «un papel clave» en la transición energética, completar el mercado único europeo avanzando en la unión bancaria, y «concienciar sobre los desafíos de la ciberseguridad y la prevención de fraudes tecnológicos».
Vamos, que va a seguir la línea técnica y de lobby desarrollada por su antecesor, pero con su propio estilo. Vaticino pocos titulares pero muchos resultados. Como debe ser.
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