La alcaldesa de Barcelona ha declarado la guerra a los coches. Ha limitado drásticamente el espacio en las calles de la ciudad implantando carriles bus o ampliando las aceras con lo que los colapsos son el pan de cada día. Además de limitar drásticamente las áreas de aparcamiento (todas de peaje, claro) e incluso la implantación de zonas de bajas emisiones que impiden circular los vehículos de más de veinte años). Incluso así bicicletas y patinetes, que tanto ha promocionado la alcaldesa Ada Colau, han convertido la circulación en la “la ciudad sin ley” por el escaso respeto que tienen muchos de los conductores de estos vehículos por las normas de circulación.
Pero toda acción tiene sus consecuencias y con frecuencia estas tienen efectos no deseados. Y esto es lo que está sucediendo con la política de movilidad en Barcelona. Y Barcelona es también su área metropolitana donde se congregan unas cuatro millones de personas. La asociación de comerciantes “Barcelona oberta” (Barcelona abierta) entidad que agrupa a 21 ejes comerciales y turísticos, ha hecho un duro informe criticando la movilidad ciudadana que impulsa el ayuntamiento. Constatan que el 58% de los visitantes metropolitanos acceden a la ciudad en vehículo privado, la mayoría obligados por los problemas de movilidad que conlleva hacerlo en transporte público. Las grandes dificultades con las que se encuentran para acceder a la ciudad en transporte privado ha propiciado, según este informe, que el 58% de los habitantes de las ciudades de los alrededores de la gran ciudad desistan de venir a hacer sus compras, lo que según el citado estudio esto puede representar al comercio barcelonés una disminución de hasta 3.500 millones en su facturación (el 28% del total del sector) que actualmente cifran en 3.900 millones.
Señala “Barcelona oberta” estos compradores generan un volumen de negocio muy superior a las ventas que realizan con los turistas, que cifran su facturación en 2.800 millones.
Califica el informe de “devastador” la política de movilidad impulsada por Colau que ha aprovechado el confinamiento por el coronavirus para cambiarle la identidad de Barcelona.
Es evidente que hay que combatir la contaminación de las grandes ciudades, pero parece sensato que las medidas a tomar han de ser viables y hoy es impensable con las actuales estructuras que tiene el país plantearse una ciudad sin coches privados…. Y algunas medidas parece que visten un santo para desvestir a otro. A veces los efectos colaterales de determinadas medidas son peores que los problemas que pretendían solucionar.
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