Funámbulos, saltimbanquis, volatineros y otros equilibristas

24/03/2022

Hernando F. Calleja.

La actualidad económica y, consecuentemente, la política, se ha espesado en las últimas semanas hasta el extremo de dejar en estado de permanente perplejidad y escaso discernimiento a los actores principales y secundarios del gran teatro del mundo, teatro que esta semana celebra su día mundial.

 

Los actores, decía, se visten de sus personajes y actúan, casi siempre,  como cada uno de nosotros pensamos que van a actuar. Y todos nos equivocamos porque tienen un papel que se va escribiendo con sus actos. Así el presidente de la Reserva Federal norteamericana (FED)  Jerome Powell, subió los tipos de interés, iniciando una escalada cuyas dificultades no son las de una pared firme y jalonada de soportes para agarrarse y posar los pies, sino un farallón liso que desprende cascotes cada poco y en el que cada avance supone un ejercicio de equilibrismo entre la indómita inflación y el temible estancamiento.

 

Christine Lagarde todavía se piensa cómo, cuándo y cuánto iniciar su propio ejercicio de funambulismo. La Unión Monetaria es el más difícil todavía, porque la fuerza de la gravedad no rige por igual entre los países del euro. Los hay que pueden moverse con soltura, como si brincasen en la luna y los hay con alas del plomo de la deuda y el déficit, aunque alguno, el nuestro en particular, que no se da por aludido.

 

Entre los perplejos ha destacado por méritos propios el presidente del Gobierno español. Las carreteras se han llenado de camioneros airados (a decir verdad, los camioneros siempre están airados) y le pilla en pleno frenesí volatinero. Madrid-Bruselas él lo hace en un par de horas. Las verduras de Mercamadrid o los trabajadores que viven en Alcorcón o en Mataró tardan mucho más en llegar al centro de la ciudad. Para resolverlo tenemos una ministra de Transportes, que con el impagable apoyo de la vicepresidenta Calviño y la ministra Montero (doña María Jesús) se reúnen y pactan justo con los camioneros que no ocupan las carreteras. O sea.

 

De escala en escala, el presidente hace declaraciones ¿Usted me pregunta por la inflación? Eso es cosa de Bruselas. ¿Usted me pregunta por el precio de la luz? Pregunte donde debe, en Bruselas. ¿Usted me pregunta por los precios de los carburantes? A esta sí  le voy a contestar. A ver que quiere Bruselas que hagamos. Y si quiere que hable de la cesta de la compra, para eso está Alberto Garzón, que es el que sabe de dietética.

 

Volar es fantástico, parece que los problemas quedan suspendidos. Y se piensa a lo grande. Seguro que en uno de esos traslados sin tocar tierra le dio por hacer acrobacia aérea, eso que los que narran los desfiles llaman loop y que antes se llamaba bucle o simple pirueta. Volando le vino a la memoria aquella sentencia de paternidad dudosa que asegura que los humanos nos fiamos más del que nos pide que del que nos ofrece. ¡Claro! ¡Cómo no se me ha ocurrido antes! Marruecos nos pide, Argelia nos suministra. En caso de tener que elegir, no cabe duda, el sultán.

 

Y así, de salto en salto, de susto en susto, de resbalón en resbalón, pasan semanas en las que solo sabemos del presidente del Gobierno su plan de vuelo.

 

 

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