Íbamos con un amigo en el coche. Por la radio retransmitían un partido de fútbol y mi compañero se sentía implicado por la devoción que profesaba a uno de los contendientes. El locutor hacía una crónica apasionada, explicando las maravillas de uno de los participantes, exacerbándose por los errores de sus jugadores mientras perdonaba las de sus rivales, y criticando con dureza las decisiones arbitrales. Todo ello amenizado con contundentes calificativos positivos o negativos según el afectado.
En un momento determinado mi compañero de viaje pidió que cambiáramos misora con una contundente frase: “El fanático soy yo y no el locutor. Cuando escucho una retransmisión pretendo que me expliquen con una cierta imparcialidad y neutralidad lo que pasa, las conclusiones ya las sacaré yo”.
Este comentario me hizo reflexionar. Ojalá este patrioterismo barato se limitara a las competiciones deportivas (que es lo más politizado que hay en España) y no se extendiera a otros terrenos. Pero es fácil deducir siguiendo los medios de comunicación este maniqueismo de hacer buenos y malos, olvidando que todas las posturas tienen sus razones pero difícilmente tienen toda la razón, que la vida no todo es blanco o negro si no que hay toda una trama de grises que matizan y permiten interpretar los hechos.
Lo que seguramente sucede es que unos ofrecen lo que sus seguidores pretenden oir o les dan los argumentos para ratificar la bondad de sus ideologías, potenciando los argumentos que les favorecen e ignorando los hechos que debilitan sus planteamientos.
Para ahorrarles el funesto vicio de pensar se lo dan todo hecho. El contrastar los datos, ofrecer los argumentos de unos y otros para que el receptor saque sus propias conclusiones. Es un trabajo que se lo dan hecho. Y esto es especialmente significativo cuando se trata de temas políticos. Aquí el fanatismo es tan grande o incluso mayor que en el mundo deportivo. Es curioso que si contrastamos la prensa deportiva de Madrid y Barcelona parece que ambos hayan vivido un partido diferente. Algo parecido pasa con la información política: parece no sólo que unos y otros viven en mundos diferentes.
Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.