Probablemente Pablo Casado, a nivel personal, no se merezca la situación que está pasando ni la salida en soledad que le están deparando muchos de los que hasta ahora le apoyaban. Pero en política, como en casi todas las actividades de la vida, los errores se pagan y Pablo Casado ha cometido tres errores básicos. Primero presentarse a presidir el Partido Popular sin tener la madurez y la preparación suficientes y necesarias para liderar una alternativa de Gobierno. El segundo, y más grave, entregar el mando del partido a Teodoro García Egea, una persona a la que se dio el poder, pero carente de autoridad moral y personal lo que le llevó a confundir la gerencia con el despotismo. Y, por último, enfrentarse a su principal activo electoral y la persona que le sacó del abismo en que había caído tras la debacle de las elecciones catalanes y que nunca pensó en arrebatarle el puesto.
Un enfrentamiento no por discrepancias políticas o de estrategia sino por celos. Unos celos inducidos, como los del Otelo Shakesperiano, inducidos por un Yago envidioso al que había encumbrado como su segundo. Aunque en esta ocasión la tragedia ha acabado de forma totalmente diferente a la del vate anglosajón, porque ha sido Desdémona, con cara de Isabel Díaz Ayuso, la que ha terminado con la vida política del moro, no de Venecia, sino de Génova.
Pablo Casado no ha sido nunca una alternativa creíble a Pedro Sánchez. Nunca le han visto como presidenciable ni en Bruselas, ni los poderes económicos ni la ciudadanía.
Un crisis de partido cuyas consecuencias políticas tienen una gravedad similar en sus derivaciones económicas. Casado no sólo amenaza la supervivencia del PP, sino que ha puesto en grave riesgo las expectativas de recuperación de la economía y el empleo al poner en peligro continuidad del oasis de libertad política, económica y educativa de Madrid, con la consiguiente amenaza sobre la fiscalidad, el empleo y las nuevas inversiones. Recordar que Madrid aporta el 77% de las inversiones extranjeras en España, que en 2021 ha liderado la creación de empresas en España por quinto año consecutivo y es también récord de empleo creando seis de cada diez nuevos puestos de trabajo generados en nuestro país durante el último ejercicio.
Lo que han hecho Casado y García Egea cayendo en la trampa de Moncloa y dando munición a las izquierdas contra Madrid y dedicándose a fiscalizar a uno de sus principales ejecutivos en lugar de fiscalizar al Gobierno como debería ser su obligación, en el Ejército o en una empresa se consideraría alta traición.
La manifestación popular de este domingo frente a la sede nacional de Génova, los editoriales y tribunas de los medios de comunicación más próximos ideológicamente a lo que representa el Partido Popular y las declaraciones de los barones regionales y los pesos pesados del partido demuestran que la credibilidad del tándem Casado-Egea ha quedado al nivel, o incluso por debajo de la Pedro Sánchez en España y en Europa y están incapacitados para liderar una alternativa de Gobierno. ¿Quién va a tomarse en serio en Europa las denuncias sobre la arbitrariedad en el reparto de los fondos para la recuperación o sobre las violaciones del Estado de Derecho, por ejemplo?
Los expertos en demoscopia estiman que sólo en esta semana el PP ha perdido más de medio millón de votantes y sigue la sangría, mientras que las encuestas publicadas confirman que “Vox da el sorpasso a un PP en caída libre “como destaca el sondeo de Electomanía que deja a los populares de Casado con sólo 77 escaños en la Cámara de Diputados frente a los 83 del partido de Santiago Abascal y los 99 del PSOE. Mientras que Sigma Dos confirma que el PP “cede el liderazgo al PSOE tras perder 4,2 puntos y 19 escaños el día del estallido de la guerra contra Ayuso”. Un tercio de sus votantes se ha ido con Abascal y otro 25% se lo está pensando
Son hechos y expectativas que confirman que el PP necesita ya un cambio radical de personas y estrategias porque España necesita una oposición fuerte con opciones de gobierno para recuperar la estabilidad democrática, la economía, el prestigio internacional y la confianza de nuestros socios y aliados para recomponer los desastres del sanchismo Y por idénticos motivos Alberto Núñez Feijóo, la única figura con la autoridad y el prestigio suficiente dentro del partido, está obligado a dar el paso que debería haber dado hace ya tiempo. Si Sánchez tiene más miedo a alguien que a Isabel Díaz Ayuso es a al actual presidente de Galicia.
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