Presume Pedro Sánchez, a la luz de los resultados de la EPA, de que esta es la legislatura del Empleo. Lo que calla el Presidente es que si desde que está en el Gobierno se crea empleo, a pesar de sus políticas, es gracias a la reforma laboral de Fátima Báñez. Esa reforma que ha estado dirigiendo el mercado de trabajo español desde 2012, que ha conseguido el hito histórico de crear medio millón de puestos de trabajo anuales hasta 2019 y que Sánchez prometió derogar, para terminar haciendo un ligero maquillaje.
Y no se trata de minimizar la importancia de las cifras de la Encuesta de Población Activa. La creación de 840,700 puestos de trabajo y una rebaja del paro de 615.900 personas, son un excelente resultado si se mira sólo la superficie. Pero cuando se bucea en el desglose de los datos se observa que, tras esas cifras se esconden todavía cien mil trabajadores en ERTE y otros cien mil autónomos en cese de actividad. Hay que recordar que los afectados por expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) no contabilizan en las estadísticas como parados, sino como ocupados, y en muchos casos trabajan con horarios reducidos, sin tener completamente suspendido el empleo.
Por otra parte, mientras el sector público aumenta su plantilla un 6,8% con 3.475.500 empleados, 222.200 más que en 2019, el sector privado tiene todavía 4200 empleado menos que antes de la crisis. 16,709.400. y son las empresas privadas y no los funcionarios quienes crean riqueza, lo que explica en gran parte el escaso crecimiento del PIB, apenas un 5% en el último año, un punto y medio por debajo de las previsiones, ya revisadas a la baja, del Gobierno.
A eso hay que añadir que la tasa de desempleo en España gana por goleada al resto de socios comunitarios. La tasa media de paro desestacionalizada en la región está en el 7,2% y en el 6,5% en la UE. En España es más del doble: el 14,1%, con datos de Eurostat. De los 27 países de la Unión Europea, España es el que más paro tiene. Es más, casi un cuarto de todo el paro de la Unión Europea está en España. Es decir, que en España se crea empleo público y se pierde empleo privado. Un diferencial que los analistas explican por tres causas principales. la incertidumbre política y social, las subidas fiscales contrarias a lo que hacen el resto de las economías europeas y la inseguridad jurídica que genera este
Pero, además, detrás de esta mejora del empleo se esconde la mayor caída de la productividad de toda la serie histórica. Un descenso del 6,6% con respecto al inicio de la crisis. Es decir, que con el mismo número de trabajadores en activo que en 2019 se genera un producto interior bruto (PIB) un 6,6% inferior, debido en gran parte a ese aumento del peso del empleo público, uno de los menos productivos de todas las actividades económicas. El elevado peso en la economía nacional de los sectores peor posicionados de cara al futuro como el comercio, la hostelería o el transporte explica también el bajo crecimiento de la economía y de la productividad españolas. Esta evolución implica que España se aleja del nivel de productividad del resto de economías desarrolladas. De hecho, Eurostat sitúa a España como el peor país de la UE en recuperación económica y pérdida de productividad. Tomando como referencia al conjunto de la Unión Económica y Monetaria (UEM), la productividad del trabajo de la economía española es un 18,7% inferior, cuando en 1995 la diferencia era del 9,6%.
«La caída de las horas trabajadas es dramática», afirmaba recientemente el economista Javier Santacruz. Los datos muestras como si en el cuarto trimestre de 2021 se crearon 153.900 empleos las horas trabajadas en ese periodo fueron tun 3,8% inferiores a las registradas en el cuarto trimestre de 2019, antes del estallido de la pandemia. Circunstancia derivada de la persistencia de los mecanismos de regulación de empleo en las empresas de los sectores que continúan afectados por restricciones, especialmente los relacionados con actividades turísticas, de restauración y ocio. Así es y así hay que contarlo, sin caer en derrotismo, pero evitando también que los árboles nos impidan ver el bosque.
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