Con todo lo que ha ocurrido en El Aaiún, que no hace falta relatar a estas alturas porque es primera noticia de informativos de radio y televisión y portada de periódicos, con todo lo ocurrido, decía, al Gobierno español sólo se le ha ocurrido expresar su “preocupación”, su “grave preocupación”.
La Ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, dice que hay que tener “prudencia” ante cualquier pronunciamiento, que un Gobierno no puede reaccionar ante opiniones. Parece que España teme meter la pata ante Marruecos. ¿Porqué?
El Gobierno español acaba de permitir que Marruecos se dirija a nuestra opinión pública, después de vetar a nuestros periodistas en su territorio, para denunciar determinadas manipulaciones de fotos e imágenes publicadas en periódicos y emitidas en televisiones que no se correspondían con los enfrentamientos de El Aaiún.
Como no podía ser de otra manera en un Estado democrático, el Gobierno español ha dejado absoluta libertad de expresión e información al Ministro del Interior marroquí, Taieb Cherkaoui, mientras que este lleva días impidiendo la labor informativa de los españoles en su territorio. Cherkaoui nos ha argumentado con absoluta libertad que Marruecos es un país soberano con derecho de admisión y ha acusado a la Prensa española de hablar sólo con los milicianos saharauis y no contrastar con el gobierno marroquí.
Taieb Cherkaoui nos ha dicho todo eso después de entrevistarse con su colega y vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, en la sede del Departamento de Interior en Madrid. Y Rubalcaba, en rueda de Prensa posterior, ha dicho también que le ha expresado a Cherkaoui la “grave preocupación” del Gobierno por lo ocurrido en el Sahara y que el ministro marroquí le ha refutado todas las acusaciones sobre lo acaecido, dando la impresión de que le ha dado credibilidad a su versión. Además, el ministro español ha comentado que su colega marroquí se ha comprometido a realizar una investigación exhaustiva sobre la muerte del ciudadano español, que Marruecos atribuye a un atropello.
Da la impresión de que el Gobierno español no quiere líos, escapa de condenas y acusaciones y sólo manifiesta su prudencia y su preocupación. Alude a una especie de negociación para solucionar la prohibición de la estancia de periodistas en territorio marroquí, como ha ocurrido con el corresponsal de ABC, aunque, eso sí, se lava las manos al apoyar la vía abierta en la ONU entre Marruecos y el pueblo Saharaui para encontrar solución al conflicto.
Parece que España no quiere meter la pata ante Marruecos. ¿Porqué? Quizá porque en lo más profundo pesan demasiado Ceuta y Melilla.
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