El final de la civilización ha llegado. Un padre y su hijo se encuentran entre los supervivientes. El hijo es criado como un salvaje, pues su padre considera que es la única forma de sobrevivir. Cuando éste muere, el hijo, nacido «después del veneno», decide emprender un viaje a lo largo del río, en busca de alguien que pueda leer el diario que su padre escribió a lo largo de su vida.
Es el argumento de «La tierra de los hijos», donde el italiano Claudio Cupellini (famoso por la seria «Gomorra»), dibuja un apocalipsis seco, oscuro, asfixiante. Una fábula sobre quiénes somos y en qué nos podemos convertir cuando olvidamos los valores y los sueños.
La película se rodó durante la pandemia, lo que indica que la realidad siempre es capaz de superar a la ficción más apocalíptica.
Cupellini y su grisácea fotografía adapta la novela gráfica de ciencia-ficción creada por Gipi, en la que la humanidad parece estar llegando al fin de los días sin conocer las razones, más allá de unas ambiguas referencias al «veneno». El padre ha decidido no moverse de ese lugar sombrío junto al lago donde pescan, y también matan perros para comer. Y cría a su hijo sin ningún tipo de afecto, como un salvaje, porque cree que los recuerdos debilitan. Tampoco le enseña a leer. Su única obsesión es sobrevivir al veneno.
Cuando el padre fallece, el chico emprende un viaje por un río sembrado de ahorcados que cuelgan de los árboles, mientras observa las hileras interminables de automóviles oxidándose, y el cielo gris que siempre acompaña al protagonista. Busca a alguien que le lea el diario que su padre escribió durante años.
Es un mundo poblado de seres que han decidido no recordar lo que fueron, que un día tuvieron parejas y sueños, pero que la película hace creíble, posible, verosímil. Hasta el punto de cuestionarse si no será mejor el olvido.
Lo mejor de la película (otro acierto de A Contracorriente Films) es, sin duda, su gran fotografía, que sabe transmitir toda la violencia y la oscuridad de la historia.
Los personajes, todos sin nombres menos el de la chica, María, hablan poco. Es que no tienen casi nada que decir. El que más habla es el diario, clave en la historia y crucial para el sorprendente desenlace.
Las dos mujeres que aparecen en la pelicula, María (María Roveran) y «la bruja» (Valeria Golino), son el contrapunto del padre. Transmiten, cada una a su manera, emociones que contrastan con un mundo destruido por el comportamiento de hombres que han perdido el norte. Y ayudan al protagonista a hacerse adulto sin perder del todo la inocencia.
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