En “El contador de cartas” Paul Schrader nos transporta a la vida de William, un exmilitar atormentado que se ha convertido en jugador de póker. Su vida es una rutina que se ve rota cuando conoce a Cirk, un joven -también atormentado- que le pide ayuda para llevar a cabo su venganza: torturar y asesinar a un antiguo coronel corrupto.
En la película vemos a dos personajes (William y Cirk) atormentados con un trauma que llevan arrastrando durante años. Scharader nos habla del contraste entre las distintas estrategias que elije cada uno para intentar con su vida: William elige el camino de intentar darse una segunda oportunidad utilizando la redención, mientras que Cirk opta por el camino de la venganza, aunque eso le impida seguir con su vida.
Casi toda la película transcurre entre la hiperestimulación de los ambientes de casinos y apuestas, y la habitación de William, la cual es totalmente neutra y vacía. Los efectos visuales y auditivos acompañan a las emociones de los personajes. Por ejemplo, la ansiedad y la tormenta se convierten en sobreestimulación de luces y maximización de los sonidos.
Hay escenas que uno podría considerar ASMR (y de muy buena calidad). La música está cuidadosamente elegida para que acompañe a la historia en todo momento. Tanto los actores principales como los secundarios trabajan muy bien, no hay nadie que desentone.
No es una película ligera, es una historia que te obliga a pensar en la naturaleza humana, en la venganza y en las segundas oportunidades. El personaje mejor construido es el de William, del que más nos habla la historia y donde vemos mayor cambio. Cirk y La Linda, los otros dos personajes de la historia principal, tiene un protagonismo menor y son más simples.
Me gustaría dar mi más sincera enhorabuena para el equipo que se encargó de las escenas de los recuerdos de William. Son las escenas más oscuras de la película y las mejores hechas. Los efectos que han elegido para transportar al espectador a ese espacio, a lo que allí se vivió y se sintió por parte de cada implicado.
Las partes más a destacar de la película, llevada a los cines españoles por A Contracorriente Films, es su historia y su parte visual, que me hacen recomendarla sin pensarlo. Aunque también tengo que reconocer que la segunda parte de la película se me hizo un poco larga. Toda la película es densa y lenta, pero solo me molestó durante el final.
El final es agridulce, como no podía ser de otra manera. Uno no puede esperar un final feliz de una historia así. El desenlace está muy bien acabado y concuerda con la historia y los personajes.
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